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MÉXICO, DF, 19 de agosto de 2015.- En sus inicios, muchos han visto las aplicaciones para emitir vídeo en directo en streaming, como Meerkat o Periscope, como una anécdota o como una herramienta para extravagantes con algún desequilibrio de autoestima o una especie de manía exhibicionista. Porque si no, ¿quién va a querer emitir “su vida” en directo? ¿Youtubers en busca de más atención? Y sobre todo, ¿quien va a querer ver esas emisiones en directo de usuarios desconocidos con su smartphone en cualquier otro rincón del planeta?
Quizá en principio, los medios de comunicación hemos tenido algo que ver en esta excesiva atención sobre estas apps para streaming de vídeo en vivo unidas a redes sociales, porque con ellas puede llegar una nueva revolución relativa al cómo se sirve la información, que puede pasar de ser “inmediata” a ser ya completamente en directo: ¿que se presenta un nuevo gadget? pues no hace falta que lo leas unos minutos después en un blog, porque quizá tu “bloguero” favorito esté emitiendo en vivo la información. Por otro lado, esta herramienta habilita millones de reporteros espontáneos que pueden retransmitir al mundo cualquier acontecimiento extraordinario en riguroso directo, en crudo, y sin edición alguna.
Pues bien, tras Meerkat, que a pesar del revuelo causado tras su lanzamiento no ha alcanzado una gran popularidad (hace un par de meses ya estaba por debajo del puesto 140 en los rankings de apps); el programa Periscope de Twitter parece que está empezando a despegar de manera imparable y a primeros de agosto, Periscope contaba ya con 10 millones de usuarios registrados y dos millones de usuarios activos que ven y transmiten vídeos en directo. El dato más escalofriante que ha comunicado Twitter es que una cantidad de vídeo equivalente a 40 años es consumida a diario dentro de Periscope.
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