
Gestión de desastres naturales
Hace unos meses, distintas voces advertían un PRI en declive; a través de la vía del voto de los ciudadanos, el proceso electoral del 2018 redistribuyó el poder en México. Si bien se veían venir resultados adversos para las distintas fuerzas políticas, muchos de estas fueron desplazadas de los espacios históricos que detentaban.
Durante meses y viviendo su duelo, el PRI transitó en un escenario que en ocasiones cayó en la parálisis y se complicaba alinear cualquier agenda de trabajo; sin duda, fueron momentos complejos para todo dirigente el administrar la derrota.
El tiempo el diálogo, las convicciones, el oficio político, la experiencia de distintos actores políticos y la construcción de consensos, guiaron al partido a optar por un modelo más abierto y participativo en la toma de decisiones para involucrar a todo aquel que deseaba hacerlo. Esta tarea culminó con la necesidad de contar con una Dirigencia Nacional con una mayor legitimación política, la cual solo la participación de la militancia podía permitir y dar como resultado de una forma más democráticas en la elección de la nueva dirigencia del partido. Este proceso dio y permitió la participación de cerca de dos millones de militantes del PRI, (ningún otro partido lo ha hecho). Ahora, la siguiente etapa era empezar trabajar en una agenda sólida intensa en el diálogo y reagrupamiento de la militancia y de los cuadros dirigentes en todo el país.
Fue en los días 6 y 7 de este mes patrio en el que convocó la dirigencia del partido a una jornada de trabajo intensa, a la que se le denominó “Reencuentro Revolucionario”, un espacio que generó un enorme entusiasmo al volver a saludarse, trabajar y debatir de forma democrática, sin prisas, con libertad a quien quiso hacerlo. Fueron más de 24 horas de trabajo efectivo, en el que participaron dirigentes de partido en los Estados, liderazgos nacionales de los sectores y organizaciones del partido, legisladores federales y locales con sus coordinadores, regidores, síndicos, secretarios, delegados, en suma la estructura del PRI nacional, todos como pares opinaron. Ya no se escuchaban solamente quejas y lamentos, también se escucharon propuestas y molestias por lo que pasa en la vida de México y los resultados del actual gobierno. Es decir, se dio un escenario de unidad de compromiso, un escenario de ir hacia adelante en la que, como modalidad, el presidente del partido y la secretaria general no abandonaron ninguna reunión, ya que a todas y todos escucharon, lo que generó reconocimiento y un sentimiento de que todas la voces de sus participantes fueron escuchadas. Podemos decir que hubo un reencuentro, y se reunió el priismo de cada región del país; mujeres, jóvenes, trabajadores y hombres del campo. Claro que hubo conclusiones y acuerdos, destacando la movilidad del partido en todos los rincones, en los cuales debemos estar cercanos con los ciudadanos y sus demandas, recuperando su confianza. Por otro lado, a los legisladores y a todos se les exigió apegarse al Código de Ética del partido, organizarlo en todo el país; en las colonias, ejidos, en las fábricas, en las comunidades, y activarlo en todas partes. El PRI debe ser una organización política de vanguardia no de retaguardia, por lo que también se exigió que el partido sea el primero en denunciar la corrupción y desvíos. “Esta fue una buena reunión; la primera de muchas. Esto ya inició, e inició de la mano de todos”, finalizó Alejandro Moreno.