Un Pontificado de Misericordia, Justicia y Diálogo
Desde su elección en 2013, el Papa Francisco marcó un antes y un después en la Iglesia Católica y resonó profundamente en la escena global. Su pontificado, lejos de limitarse a los muros del Vaticano, se extendió a los ámbitos teológico, religioso, político, social, económico y cultural, dejando un legado distintivo que continuará moldeando el presente y el futuro.
En el corazón de su mensaje teológico y religioso, Francisco reinstauró la misericordia como el eje central de la fe cristiana. Su llamado a una Iglesia más acogedora y comprensiva, especialmente hacia aquellos que se sentían al margen, resonó con creyentes y no creyentes por igual. Esta insistencia en la compasión se tradujo en gestos concretos y en una invitación constante a la inclusión.
Su visión de una Iglesia más sinodal, donde la participación de laicos, religiosos y obispos en la toma de decisiones era fundamental, buscó revitalizar la colegialidad y la corresponsabilidad dentro de la institución. Paralelamente, la reforma de la Curia Romana, aunque un proceso complejo, evidenció su compromiso con la transparencia y la modernización de la administración vaticana. En el ámbito político, Francisco trascendió su rol pastoral para convertirse en una voz influyente en la escena internacional. Su activa mediación en conflictos y su constante defensa de los derechos humanos, especialmente de los migrantes y refugiados, lo posicionaron como un líder moral que abogaba por la paz y la dignidad humana. Su llamado a la responsabilidad política interpeló a los líderes mundiales a priorizar el bien común por encima de intereses particulares.