Cuauhtémoc marca la ruta
Le quita el volumen cuando ve un partido de futbol por televisión abierta. El televisor nos muestra un juego con movimiento, pero sin sonido. Compruebo así que mi amigo dice la verdad cuando publica en redes sociales que no soporta las narraciones de hoy en día. Su malestar auditivo aplica por igual para comentaristas de Televisa y Televisión Azteca; las voces de las transmisiones le resulta un suplicio.
Siendo el más grande de edad entre nosotros, quienes nos hemos reunido en su casa para ver el clásico entre Guadalajara y América, considera que a los cronistas actuales les falta imaginación, ingenio, conocimientos y pasión por el futbol. Principalmente se enfoca en un tema: la incapacidad para contagiar emociones. Nos pregunta a cuál narrador recordamos con agrado, con quién nos manteníamos pegados a la caja chica aún cuando el partido no lo ameritara. Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo todos los presentes respondemos el mismo nombre, Gerardo Peña.
Mientras que nuestros padres y abuelos crecieron escuchando a Ángel Fernández, las generaciones venideras lo hicimos con Gerardo Peña. Era otra época, otro futbol. Los equipos llamados “grandes” peleaban palmo a palmo el título cada torneo, los campeonatos eran largos, las transmisiones carecían de tecnologías, los estadios lucían por ausencia de violencia, los jugadores se partían el alma en la cancha. Fueron los tiempos en que las narraciones influían en reafirmar el gusto del espectador futbolero por un balón, por los ídolos, por una camiseta. Y Gerardo Peña influyó en varios.
-Ustedes eran más pequeños, pero seguro todavía se acuerdan de sus narraciones en algunos partidos. Por ejemplo, ahorita vemos el clásico. A Peña le tocaron los clásicos más vibrantes y polémicos. Eran clásicos donde la rivalidad estaba a todo lo que daba, donde en verdad había odio entre América y Guadalajara. Desde la final de la 83-84 hasta las broncas de aquellos años.
-Sí, como la del ’86. Improvisó sobre la marcha sin exagerar y dando los pormenores de la golpiza que se estaban dando.
-Estaba yo impactado por lo que veía y recuerdo perfectamente una frase que dijo en ese momento: “La bronca, la pasión estallando lamentablemente. Ahí tienen ustedes este espectáculo que siempre se quisiera evitar en un partido de futbol”.
-¡Pero si el golazo de Manuel Negrete! Lo gritó a todo pulmón.
Es entonces cuando nos cuestionamos dónde andará Gerardo, qué habrá sido de él. Desapareció de las transmisiones de Televisa a principios de la década de los noventa del siglo pasado sin dejar rastro. La voz que marcó para bien a muchos televidentes futboleros se esfumó de manera abrupta sin una pista de su paradero, no obstante con una carga nostálgica depositada en el eco de la memoria.
El desfile de timbres y estilos por los que han apostado Televisa y Televisión Azteca en los últimos años no termina de convencer al espectador. Por el contrario, le motivan a usar el mute durante las transmisiones. Salvo honrosas excepciones, como Emilio Fernando Alonso, los narradores actuales son víctimas de críticas en lugar de admiraciones.
Así, viendo un clásico silencioso, sólo atinamos en preguntarnos dónde andará Gerardo. ¿Dónde está el señor Peña?