
Desaparición de personas en México. ¿Qué hacer?
Como dato irónico para la historia, hace 39 años el Presidente José López Portillo, -y de quien fuera funcionario federal el actual Presidente de México Lopez Obrador-, en un día de fiesta para los campesinos y pueblo de Morelos, hizo entrega para inaugurar el monumento al General Emiliano Zapata Salazar, al morelense nacido en Anenecuilco, en la Villa de Ayala, que con el paso del tiempo se convirtió en un ícono en la lucha por la justicia social por devolver a los campesinos y a las mujeres y hombres, sus tierras.
Entender la Revolución Mexicana sin la defensa de las causas que defendió Zapata, resulta imposible.
Si el estado de Morelos hoy lleva el nombre del Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón, es por su participación en la Lucha de la Independencia.
Junto a hombres y mujeres, Zapata hizo posible la Revolución Mexicana rodeado de maestros rurales honestos. El General tuvo relación con los dirigentes de la Revolución Rusa, promulgó el Plan de Ayala, y público las bases normativas de los municipios.
Revisando la historia, Juárez en su pase por Tetecala, hizo lo propio en La Reforma. Tampoco olvidar ni pasar por alto la presencia de Hernán Cortés, cuyo palacio es una muestra de su presencia, o de Maximiliano de Habsburgo veraneando en el Jardín Borda siendo Emperador de México. Todo este relato apretado es cancelado cuando el hoy gobernador de facto José Manuel Sanz, en un oportunismo ramplón y con una visión de policía judicial (de los de antes), ante el anuncio del Presidente López Obrador de que el año 2019 será el año de Emiliano Zapata para hacer justicia a este héroe revolucionario, se le ocurre un jueves dar sabadazo a su estatua y sepultar su grandeza y su historia. Así, y en la mayor opacidad, de un jueves por la noche, hasta un domingo por la mañana, sin que nadie sepa, de forma apresurada, sin consultar, sin autoridades auxiliares y municipales, historiadores, y sin que organizaciones campesinas tuvieran conocimiento o se conociera el presupuesto de cómo se hizo por Sanz este negocio, el español decidió reubicar la estatua de Zapata en el Paso Express, y después, ante señalamientos trata de justificar porqué lo hizo.
Con su formación autoritaria, Sanz que desprecia a los morelenses, ya sacó la casta como un extranjero que conoce su poder de manipular, de mandar, y con el apego de Cuauhtémoc Blanco, toma la decisión de hacerlo. Es decir, Zapata después de 39 años, es removido de lugar de la forma más ofensiva, oscura, con una decisión unilateral de uno que ni es morelense, ni mexicano, y que emulando a Hernán Cortés y al estilo de la época más oscura de la Santa Inquisición, señala y amenaza a quienes no están de acuerdo con él. El español decide las cosas y manda a Cuauhtémoc para que las defienda. Lamentable todo esto.
Bastaría decir que Cuauhtémoc, el último emperador azteca, prefirió morir quemado antes que un español lo sometiera; pero esa es otra historia, eran mexicanos de otra epoca con mas orgullo e identidad, que sacaban la casta, y que ni a la muerte le temían por defender sus convicciones.
Nadie discutiría que el crecimiento de Cuernavaca haría necesario mover el monumento a Zapata, el fondo es claro: el autoritarismo, la opacidad, y el desprecio a la historia evitó que se decidiera por muchos morelenses su reubicación, de hacerlo de forma pública y con una participación ciudadana.
Ejemplos hay muchos, están las Avenidas Plan de Ayala y Emiliano Zapata, que hasta por razones históricas y de reconocimiento a su figura, pudieron tener un mejor destino. Pero esto poco le importan al Gobernador Sanz y a la figura decorativa de Cuauhtémoc Blanco. Hoy dejamos constancia de cómo estos personajes se conducen en temas que lastiman a muchos morelenses que SÍ conocemos la historia y sabemos el cómo y el porqué de muchas cosas.
Nos gustaría escuchar las voces de los campesinos de Morelos.