
Fentanilo: del quirófano al narcotráfico global
Acompañé a Roberto al sepelio de su hijo, lo saludé rodeado de amigos y su familia, pasé al velatorio, estremece ver a un joven en plenitud al que conocí lleno de esperanzas rodeado de coronas y flores, le arrebataron su vida en forma artera, cobarde y ruin a plena luz del día donde debería ser el lugar más seguro, la Plaza de Armas a un costado de palacio de gobierno, junto al joven Roberto su esposa María Luisa lo observaba como si estuviera dormido, incrédula, llena de dolor, me acerqué a darle el pésame, entonces me dice, recordando a su hija de 3 meses de nacida que ya no verá a su padre, me lo quitaron dice, nos lo quitaron en su plenitud, tanto que la quería. Afuera su padre todavía desconcertado, sin saber estoy cierto qué pasó todo fue tan rápido para la familia; por el contrario tan bien planeado para quien quiso dañarlo. Como muchos que estaban ahí con sentimientos encontrados de lo que está pasando, en una ciudad con mucha luz, sol, vida, pájaros, la eterna primavera que hoy es azotada por una descomposición social sin precedentes, como padre duele, como ciudadano lastima la impotencia de saber que suceden hechos como estos todos días en diferentes calles y comunidades de Morelos llenando de luto a familias enteras ante autoridades responsables que ya están rebasadas.
Que en paz descanse Roberto, que su familia encuentre consuelo, exijamos que no quede como hasta ahora este hecho en la impunidad.