
Gestión de desastres naturales
Andrés Manuel López Obrador no termina de aprender que cualquier partido político debe ser institucional y nunca en torno a una persona donde él dispone, ordena, decide y modifica a exclusiva voluntad.
Replica lo que tanto critica del modelo alineado en el PRI (como la ausencia de democracia) y es omiso a comprender la necesidad de extender las tomas de decisiones sobre concensos, asambleas no simuladas y respetar voluntades. De lo contrario su partido será un maniquí.
Es de tal suerte que no extraña su dicho “al diablo con las instituciones” y la decisión de fracturar a la izquierda porque simplemente el PRD no continuaría en órbita alrededor de su figura.
¿Qué será de Morena cuando falte López Obrador? Hoy es una moda muy alimentada por el desgaste y errores del PRI en el Ejecutivo federal, exaltado a través de figuras de la “prensa militante” con mucho aderezo del discurso de odio, sin embargo llegará el día cuando habrán de recurrir entre sí mismos a la tómbola para designar al sucesor del creador de su partido.
El retraro del supuesto exclusivo representante de la izquierda buena y ejemplar concluirá con su fundador porque no permite generar liderazgos o hacer “cantera” de ideólogos pensadores con autoridad en toma de decisiones.
Ordas de ex priístas, ex perredistas, ex verdecologistas y ex lo que sea engrosan las filas del partido de AMLO pero como ente amorfo descoordinado, sin delegar estructuras celulares o piramidales para darle cohesión a un proyecto hasta ahora unipersonal.
Morena requiere transitar de un club de “ex” o iglesia política al modelo de partido con rumbo y vida interna.
Los partidos políticos deben prevalecer sobre las personas porque nadie puede suplir a las instituciones donde convergen sectores sociales agrupados en la coincidencia de un pensamiento y –por supuesto- el anhelo de ocupar posiciones de gobierno.
En 2006 Andrés Manuel desestimó las advertencias de allegados sobre los efectos de la campaña sucia que le montaron los estrategas contratados por el PAN: “López Obrador es un peligro para México”.
En sus memorias Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard y Federico Arreola (en aquel entonces dentro del primer círculo de AMLO) refieren que le insistieron responder los ataques, empero la sobreconfianza en el respaldo popular lo hicieron desestimar y luego reaccionar tardíamente.
Delfina Gómez está en antesala de reconfirmar no haber ganado y la anunciada impugnación sobrevendrá. Pocos pueden creer que el PRI perderá en tribunales y para vencer al viejo partido no bastaba contenderle dentro del empate técnico. Es decir, por ecnima de la franja de las prácticas sucias que todos –sí todos los partidos- aplican en los comicios.
Lo mismo le ocurrió a AMLO en 2006, el sistema electoral mexicano impera como regla no escrita la norma del boxeo: empate el retador pierde y el campeón retiene la corona.
La única manera de derrotar al PRI era sacarle cuando menos cuatro puntos de ventaja y eso ningún partido lo logró pese a que Alfredo del Mazo obtuvo ¡un millón! de votos menos respecto al triunfo de Eruviel Avila hace seis años.
Sin coaliciones es complejo para cualquier partido darle vuelta al tricolor y hoy más que nunca lo sabe AMLO. El reflejo popular nuevamente le nubló la visión y dejó al PRD con descalificaciones para después a gritos y amenazas pretender obligar a Juan Zepeda ceder sus votos a Delifina Gómez.
Acusó a Zepeda de lo mismo que hace con todos quienes no se le postran: estar vendidos al PRI, a Peña Nieto a Salinas de Gortari, etcétera. Se fue del sol azteca y llamó mafiosos a quienes se quedaron y luego cuando las cifras no le cuadraban mediante advertencias quizo jalar los votos perredistas.
¿Quién le iba aceptar declinar después de tanta ofensa y burla? Con amenazas menos. Pero antes de aceptar reconocer este error político prefieren AMLO y seguidores regresar a la esquina de la mafia del poder, Peña, Salinas, la CIA, los Iluminatis, los repitlianos, el América, etc…
Por su parte, el PRD obtuvo en Juan Zepeda la esperanza de la supervivencia porque el ex alcalde de Nezahualcóyotl se forjó en la estructura de su partido, escaló posociones, gobernó uno de los municipios más complejos de la república y con mínimas expectativas desplazó al PAN.
El sol azteca quedó mermado por la desbandada a Morena, pero si llega a cubrir los huecos con militancia pura, es decir de ADN izquierdista desde la formación de cuadros tiene posibilidades de mantenerse y esperar nuevamente el surgimiento de alguna figura que los lleve a pelear los primeros sitios sin necesidad de firmar alianzas contradictorias con la derecha blanquiazul, vista ahora su única alternativa de prevalecencia.
En el Estado de México y la mayoría de las entidades el PRI, viejo partido rechazado en redes sociales y acusado de toda clase de argucias da la pelea porque aun tras el paso de generaciones la formación de cuadros con sus sectores juveniles y los relevos ahí continúan, para bien o mal.
El panismo ejerce un sistema similar al insisitr en captar el voto juvenil y abrir espacios a nuevos liderazgos aunque con menos peso, experiencia y respaldo.
La exhibición de Ricardo Anaya quien presume tener más gobiernos estatales bajo su dirección ahonda a la divisón albiazul.
La derrota del domingo en Edomex no le causó suficiente preocupación para postergar sus sueños presidenciales y aun pese a la escandalosa caída de Josefina Vázquez Mota utilizó el foro como autodestape al 2018.
La reacción de Margarita Zavala no dilató y acusó a Anaya de ver por sí mismo sin hacer autocrítica al descalabro en la entidad mexiquense. El “chico maravilla” del PAN continuó en la resaca de los resultados del año pasado.
Anaya festejaba las elecciones del 2018 sin acordarse que estamos en 2017.
ÚLTIMA LÍNEA: Con un millón de votos menos el PRI debe tener más motivos para rascarse la cabeza que hacer celebraciones.