
Gestión de desastres naturales
EL DRENAJE DIGITAL
El ejercicio periodístico se encuentra en una época vulnerable ante escenarios inéditos cuando este año inician formalmente los procesos electorales de mira al 2018 y el ambiente político de revanchas llama a estar alertas con informaciones tergiversadas en la elección de mayor presencia en redes sociales.
La clonación de diarios y revistas así como la creación de sitios desinformantes obligan a los comunicadores a redoblar esfuerzos porque además habrá de ser probada la reforma electoral bajo responsabilidad del Instituto Nacional Electoral.
En detrimento del diálogo y propuestas los aspirantes a cargos de elección popular como nunca antes aspiran a llegar con ánimos de cobrar afrentas contra antecesores que replantear la conducción del país en vías de padecer la polarización cual ocurre hoy en Estados Unidos.
Cada semana surgen falsos portales noticiosos evidentemente operados por intereses de quienes buscan denostar a adversarios. Pero no es únicamente exponer a la red información inventada, peor aun, son retomados extractos de declaraciones de los actores políticos para insertarlos en párrafos manipulados.
Otro ejemplo de esta siniestra modalidad es la penetración en Facebook y miles de usuarios muerden el anzuelo cuando leen alguna cabeza escandalosa máxime si se trata de supuestas notas en contrasentido social.
Por ejemplo, el portal “Argumento Político” ha logrado que millones de usuarios compartan notas mentirosas en redes sociales con el recurso de subir algunas noticias verídicas a fin de atraer incautos pero también difunde reportes sesgados o completamente falsos.
Este sitio suelta la nota inventada o mitad apócrifa para darle a los lectores títulos generadores de odio. Esa es la apuesta de los brazos políticos que ahondan la división extrema sea para descalificar gesiones de gobierno o en contrasentido eliminar competencia electoral en la ambición de asaltar el poder.
Es incluso entendible para quienes desaprueban la gestión de Enrique Peña Nieto que al leer un supuesta nota en Facebook del mismo Presidente o el gabinete contra la sensible fibra social sea compartida con comentarios biliosos sin tomarse la menor ocupación de corroborar la veracidad del escrito o la fuente.
En la mayoría de los casos el usuario da válido el texto porque le ponen en su pantalla lo que sus impulsos quieren leer mas no la realidad. Sin menoscabo de una gestión gubernamental atroz en la mayoría de los estados y a nivel federal.
Este fenómeno de “comparto y luego averiguo” es también consecuencia del hartazgo ciudadano contra una clase política obsoleta, revolcada en los cambios de partidos pero al final los eternos personajes incapaces por décadas de encauzar al país a otro destino.
Mas no es justificación para caer en la irresponsabilidad de dar validez o sumarse a una cadena de difusión de reportes fraudulentos. Esa acción aunque se trate de malos gobiernos tampoco convalida la urgencia de darle giro al colectivo social en la aspiración de una nación mejor informada.
La libertad de opinar en redes sociales y páginas web indiscutiblemente es intocable, el problema es que a un alto porcentaje del ente de millones abstractos detrás de una pantalla se ha vuelto relativamente fácil hacerlo presa de campañas de odio.
En la última entrevista que concedió en vida al autor de esta columna, el maestro René Avilés Fabila externó su preocupación por los ríos interminables de expresiones insultantes, malos análisis y bravuconadas del virtual digital debajo de cada nota, al punto de considerarlo el drenaje del final de la pantalla.
Lastimosamente la penetración del odio es de tal magnitud que sea cual fuere el tema publicado surgen “valientes” del internet para exponer cadenas de ofensas.
De los “analistas del Facebook” no hay mucho por agregar. En general son los mejor desinformados y quienes más comparten noticias falsas. Ya es epidemia, pero la duda es cuánto influirán en los resultados electorales.