
Phil Murphy en México
Diana Laura Riojas
@vsamuelpalma
Fue una mujer con indudable carisma y sensibilidad, que supo jugar un papel relevante en las distintas posiciones que ocupó Luis Donaldo Colosio, desde que ellos se casaron. Tuvo una cualidad difícil de encontrar, puesto que su capacidad crítica y amabilidad se mostraban de forma armónica, lo que sin duda mostraba firmeza y profundidad de juicio, al tiempo de bonhomía y sutileza para actuar.
El contacto con ella daba cuenta de una personalidad en sí misma, independiente a su condición de compañera, esposa y madre de los hijos de Luis Donaldo. Al relacionarse con ella no se sentía la condición de la esposa de, sino una presencia que lograba plantar una personalidad grata, llena de vivacidad por sus comentarios creativos y notable por su cordialidad.
Exigente consigo misma, con una proclividad hacia la superación constante, que probablemente heredó de su origen y de su tierra, Coahuila. Mujer valiente que le tocó soportar la difícil enfermedad del cáncer de páncreas, y que luchó con singular entereza y decisión. Al principio se pensó que su padecimiento era de hepatitis, pero pronto se supo que su condición era más grave, pese a lo cual su espíritu no tuvo mella.
Se sometió al tratamiento médico que le fue indicado en el Instituto Nacional de Nutrición, logrando alcanzar niveles notables de mejoría, al grado que decidió embarazarse para tener una hija, cuya gestación y nacimiento fue una hazaña de su determinación y voluntad; no fue por casualidad que se llegó a pensar en la total recuperación de la enfermedad que la había afligido.
Tal vez la única huella que podía indicar cierto padecimiento era su extrema delgadez, pero siempre su figura había sido muy afinada. Las dudas sobre su condición quedaban superadas cuando advertía uno su vitalidad y vivacidad, la realización de planes futuros, su disposición a aportar y encontrar su propio papel, inscribir su visión y desplegar sus capacidades. Después de eso, lo único que se podía concluir es que se trataba de una mujer plena y con salud.
En los momentos de las mayores adversidades fue un roble. La recuerdo bajando del avión en el viaje de regreso a la Ciudad de México después del atroz asesinato de Luis Donaldo el 23 de marzo de 1994. Descendió por la escalinata en horas aciagas, moviéndose su pelo al ritmo de su caminar para tocar tierra; al pie del avión y a la hora de abrazarla para darle condolencias, su expresión fue “así no era, así no era”.
Así como se había preparado con seriedad, sobriedad y compromiso para ser la esposa de quien hubiera sido Presidente de la República, se dispuso a jugar el papel digno de la viuda del candidato asesinado. De nuevo hizo planes, decidió formar la Fundación Luis Donaldo Colosio (entonces la del PRI se llamaba Cambio XXI). Quería impulsar programas de desarrollo social, regional y de sustentabilidad; quería aprovechar su capacidad de gestión para impulsar mejores condiciones de vida en comunidades y en la población vulnerable; como ya lo había hecho antes, quiso con toda su fuerza superar la adversidad de su enfermedad, pero seguramente esta vez su aflicción y dolor no le permitieron dejar atrás la devastadora secuela de su padecimiento; cierto, fue un caso de sobrevivencia excepcional al cáncer de páncreas, pero sus efectos no declinaron, como ya lo habían hecho una vez; seguramente por su condición anímica, muy a pesar de su gran fe religiosa y de su incontrastable valentía.
Diana Laura murió un 18 de noviembre de 1994, casi después de 8 meses de que falleciera Luis Donaldo. Su corta vida fue ejemplo de generosidad, entereza, determinación y coraje, al grado que su ausencia sigue siendo fuente de inspiración y de aprendizaje. Tuvo luz propia con una intensidad que sigue resplandeciendo.
Cómo olvidar su imagen cuando al pie del féretro de Luis Donaldo leía un mensaje que empezaba diciendo “las balas del odio y la traición mataron a Luis Donaldo pero no sus ideales…”. En ese momento erguida, firme, con el pelo siendo sacudido por el viento, y ella expresándose sin titubeos, mostrando la dignidad y valentía que siempre la acompañaron.