
Desaparición de personas en México. ¿Qué hacer?
MORELOS: SOBERBIA E IGNORANCIA EN MEDIO DE LA DESGRACIA
Premio Nacional de Economía Política, CNE, 2006
@rtamayoflores
En un episodio de crisis masiva como la ocasionada por el sismo del 19 de septiembre, no hay respuesta efectiva por parte del gobierno que pueda prescindir de la participación de la sociedad. Esto es un hecho comprobado una y otra vez en las más distintas partes del orbe. La sociedad se vuelve la mejor aliada o la aliada imprescindible del gobierno en la etapa de emergencia y también en la de reconstrucción.
En una situación de emergencia general la sociedad invariablemente reacciona mucho más rápido que el gobierno y lo desborda. El actuar del gobierno es más lento por su propia forma burocrática de operar y en todo caso sus recursos humanos y materiales son insuficientes. En la tarea de reconstrucción, la sociedad también tiene recursos importantes que puede aportar para complementar los recursos públicos. En ambas fases, el gobierno a lo más que puede aspirar es a ser un buen coordinador de algunos esfuerzos que conduzcan a resultados más eficientes. Pero eso ocurrirá solo si la sociedad confía en su gobierno.
En el Estado de Morelos, el gobierno estatal o mejor dicho la cúpula del poder, a juzgar por su actuación durante los primeros tres o cuatro días posteriores al sismo, no tenía ni la menor idea de esos principios básicos derivados de la realidad. Yo no soy un experto en el tema pero es bastante lógico.
Desde el primer momento la cúpula en el poder trato de controlar lo que debía saberse incontrolable. Intento encamisar dentro de la burocracia el enorme cumulo de ayuda (artículos de primera necesidad y utensilios) que de inmediato fluyó hacia el estado desde múltiples puntos de origen y a través de múltiples canales. Un despropósito que por supuesto iba a fracasar.
La sociedad desafió abiertamente al gobierno estatal y el conflicto se exacerbó por la nula confianza de la sociedad civil de Morelos hacia su gobierno, el cual es caracterizado por su autoritarismo, sus abusos y su desprecio por la opinión ciudadana. La sociedad civil arrebató, asumió el papel protagónico en medio de la urgencia y logró doblegar muy rápido la soberbia gubernamental. No podía ser de otra forma. Es algo natural ante las circunstancias existentes, pero el gobierno estatal no lo entendió, como no entiende muchas otras cosas.
En las semanas que vienen, la aceptación del gobierno como coordinador de esfuerzos normalmente debería aumentar; sin embargo, ante la altísima impopularidad del gobierno estatal, esto tal vez no ocurrirá. Es muy probable que durante el resto de la etapa de emergencia, que tardará meses, la sociedad civil siga trabajando en la demolición de inmuebles, limpieza y atención a los damnificados sin mayor coordinación con el gobierno.
La etapa de reconstrucción se está planeando. Hay recursos públicos federales del FONDEN, los partidos políticos ya han aceptado –no sin presión social– aportar parte de sus ignominiosas prerrogativas, aunque aún no hay acuerdo en cómo lo harán; habrá ayuda de prominentes empresas nacionales e internacionales, las cúpulas empresariales y López Obrador ya crearon fideicomisos para captar aportaciones privadas, las empresas cementeras harán aportaciones en especie. Nada sobra. Son cuantiosos los recursos que se necesitan para reconstruir no solo vivienda, sino también escuelas y hospitales públicos, carreteras e iglesias.
Graco no se quedó atrás. Fiel a su afán protagónico e ignorando los duros embates de la sociedad, ayer anunció –rodeado de los pocos beneficiarios del gobierno– la creación de un fideicomiso más, para canalizar la ayuda de empresarios morelenses. Enfatizó la “total transparencia” con que este se administraría, ahora sí, y que la ONG Transparencia Mexicana fungiría como aval monitoreando los ingresos y su destino. No tardó mucho en que el Director General de la ONG desmintiera su participación. Eso sí, le dieron algunas recomendaciones para transparentar el ejercicio de los recursos desde la planeación, incluidos los procesos de licitación, y en donde se incluya la participación de los ciudadanos morelenses.
Todos deseamos que el fideicomiso mencionado sea bien administrado y tenga el impacto esperado, que no se convierta en una caja negra; sin embargo, la enorme desconfianza en el gobierno estatal y su descredito, originados a fuerza de arbitrariedades, ocurrencias, mentiras y corrupción a lo largo de cinco años, sin duda se erigen como una barrera casi infranqueable. Ya veremos a quienes se incluye en la administración y vigilancia de los recursos, y esperamos que no solo sea el sequito de siempre.
Los pocos empresarios y empresas beneficiarias del gobierno estatal seguramente aportarán algo, esperemos y los montos sean generosos, mucho han recibido, pero creo que los miles de empresarios morelenses grandes, medianos y pequeños preferirán canalizar sus aportaciones a través de las muchas otras vías que existen. ¿Usted qué haría? ¿Le confiaría a quien ya lo ha defraudado una y otra vez?, ¿Le confiaría a quien ha hecho de su nombre sinónimo de politización de la desgracia?