Los que aquí vivimos, los que aquí decidimos vivir, los que aquí nacieron, los que queremos a Morelos, hemos sido testigos del cambio acelerado que ha tenido la vida política y social del estado los últimos 25 años, donde se han acentuado los contrastes y las diferencias en las condiciones económicas de sus habitantes, incluso ha sido modificado en más de un 80 % la vocación y uso de la tierra, donde la falta de planeación y la improvisación en distintas áreas de gobierno, generó un desarrollo desordenado, ligado con negocios particulares y corrupción lo que ha puesto en una situación crítica a muchas regiones de nuestra entidad.
Los últimos años como estado, hemos crecido carentes de un modelo preciso a seguir, la falta de planeación y la creciente migración han hecho complejo el encontrar soluciones para las crecientes problemáticas, incluso, el mayor patrimonio que nos dio la naturaleza como estado que es nuestro clima producto de una situación geográfica privilegiada, hoy está en riesgo para el disfrute de nuestra y las futuras generaciones.
Ello motivado la mayoría de las veces por privilegiarse proyectos inmobiliarios y urbanísticos, sin una agenda sustentable que atender, que ha propiciado la invasión de espacios públicos, la contaminación e invasión de barrancas y ríos, así como de tierras de una enorme productividad, estos desarrollos han sido viables porque quienes los han hecho han aprovechado la falta de apoyo y abandono al campo que ha tenido como consecuencia mayor contaminación, inequidad, que han agravado las carencias de importantes núcleos de población que incluso han abandonado sus lugares de origen.
Debemos reconocer que nuestro sistema de partidos y los políticos a través de descalificaciones mutuas, de hechos de corrupción y de escándalos, han desgastado la credibilidad de los ciudadanos y en muchas ocasiones, intentado socavar nuestras instituciones, pero también es necesario reconocer que ante esta coyuntura, actores sin ninguna formación académica, preparación o conocimiento, por ocurrencia hoy participan ocasionalmente, aprovechando la circunstancia de molestia social, sin que cuenten con un verdadero esfuerzo de preparación, respecto a los retos que hoy tiene nuestro estado y sus municipios y mucho menos presentan soluciones y lo más lamentable, no tienen detrás de ellos un trabajo auténtico ni en el territorio ni con la ciudadanía, más aun no hay ningún lazo afectivo, familiar, de origen, de arraigo que los haga sentir cuando menos un poco de amor por nuestro estado.
Ante esta realidad tenemos que reconocer que el estado requiere progreso, más vivienda y seguir creciendo en su infraestructura, pero lo que no se puede perder de vista es como se ha venido realizando a causa de la inmediatez y la improvisación, en donde ciertos sectores del gobierno que deben ser instancias de la regulación de este crecimiento, han atentado en forma irresponsable contra el patrimonio de todos los que aquí vivimos.
Basta revisar cifras oficiales que nos da el INEGI, en el mismo territorio que hoy tenemos de casi 5000 km. en 1921 el estado contaba con cien mil habitantes, para los años 70´s con 600 mil y de 1980 al año 2015 pasamos de 900 mil habitantes a un millón de habitantes más, es decir, existen hoy en Morelos, un millón novecientos mil habitantes, lo que señala un crecimiento poblacional por encima de la media nacional y donde la ausencia de un plan rector, consensado con la sociedad y alejado de las alternancias y presiones políticas conduzca el rumbo del estado y pasar de ser un gobierno en posición de retaguardia con soluciones contestatarias de problemáticas sociales, por cierto, muy costosas económica y socialmente a un estado de vanguardia que conduzca y oriente el crecimiento del estado.
Ante este escenario es una exigencia que los gobiernos estatal y municipales, estén convocados a dar la cara a estos problemas que han venido heredando, evitando encontrar los caminos fáciles ante la urgencia de hacer lo correcto que es un ordenamiento con rigor y con cautela respecto a nuestro crecimiento urbano, vialidades, servicios, transporte, que permita el desarrollo de nuestro estado con mayor calidad de vida de todos sus habitantes.
Es urgente que aflore en las presentes y futuras generaciones el amor a Morelos y fortalecer en ellas la identidad y orgullo de ser morelenses, generar conciencia de cómo se deben hacer las cosas, los tiempos que vienen, son para decidir y para cambiar, es la hora de dar soluciones.