Opinión/Jorge Meade

Los cambios en los escenarios político – electorales en el país, la incorporación de más ciudadanía en lo individual y de un mayor número de organizaciones ciudadanas en el debate y discusión de los asuntos públicos de la agenda y demandas sociales pendientes y de lo que en el futuro se requiere, convoca a una mayor necesidad de armonizar la interrelación entre las diferentes fuerzas políticas, que en forma legítima por diferentes causes luchan por el poder para así ganar el gobierno y más tarde la administración pública.

El México democrático de hoy, demanda no solamente la democracia electoral sino también observar y exigir una mayor democracia social, es decir, que se eleve la calidad de vida de millones de mexicanos que requieren del reconocimiento y respuesta a sus necesidades básicas, partiendo de un empleo, mejorar sus ingresos, impulso para poder ser productivos y atender los requerimientos básicos de sus familias. La descalificación que actores políticos y partidos, unos y otros se han hecho ante la propia sociedad para ganar simpatía, en ocasiones a través de escándalos, unos reales y otros no, para aniquilar a sus adversarios, ha tenido consecuencias colectivas para los partidos, los políticos y la política. Solo ver lo que no se ha hecho y no reconocer en lo que se ha avanzado, es negar el trabajo productivo de millones de mexicanos en el gobierno, en la empresa, en la academia, en la investigación, en la fábrica, en el campo de quienes hacen bien  las cosas todos los días.

La sociedad ha atestiguado un proceso de degradación a través de señalamientos de lo que no debe ser la actividad política, para las nuevas generaciones, la política de calidad, que construye, dialoga , transforma, de principios, que atiende exigencias y que los actores se conduzcan con una ética de responsabilidad y moral pública, parece una utopía.

Al igual que la vocación por conseguir el poder de grupos y actores políticos emergentes que pretenden consolidar una imagen a través de golpes mediáticos publicitarios, la mayoría de ellos descalificando o solamente diciendo a ciertos grupos lo que quieren oír para ganar su simpatía, ha puesto en retroceso la participación ciudadana que cada vez guarda más escepticismo, desconfianza y molestia hacia partidos, organizaciones y hacia los políticos.

La exigencia hoy es que quienes aspiren a conducir el país, el estado, un municipio, que deseen llegar a representar a los ciudadanos en las cámaras de senadores y diputados o congresos locales, habrá que exigirles seriedad, honradez, experiencia responsabilidad y generar propuestas, que digan cómo y por qué quieren arribar a un cargo, su aspiración y derecho a votar y ser votados, se los garantiza la propia constitución.

Ciudadanos, académicos, periodistas, intelectuales, empresarios, una pluralidad social está atenta, corresponde también entonces, exigir conocimiento, capacidad, cultura, preparación, dedicación, que se presenten soluciones adecuadas y viables que todos construyan, discutan y debatan para el México que  todos queremos y aspiramos, sin duda necesitamos concentrar esfuerzos para consolidar un país distinto, incluyente y fortalecer la democracia sí la electoral pero fundamentalmente la social, acotar las brechas entre los que todo tienen y entre los que aspiran una oportunidad para vivir mejor.

Pertenezco a una generación que ha sido la generación del cambio, no en el discurso, sino en los hechos y que no coincide en la auto destrucción de los partidos y de la política para que un proyecto personal avance y que surjan ventajosamente en muchos casos, oportunistas quienes se pretenden levantar como defensores del interés publico, basados en la crítica y en la descalificación permanente, sin presentar propuestas, solo quejas o victimizándose, que nada han hecho, aún teniendo un cargo público y diciendo lo que pueden hacer si llegaran a tener otro, no cumpliendo con lo que tienen como responsabilidad, armonicemos la vida política, llevemos al gobierno a gente que conozca y sepa lo que es el gobierno, que quiera a su país y los más importante que los ciudadanos le reconozcan su solidez y trayectoria para hacer bien las cosas, la improvisación en algunos casos ya ha costado mucho.