
Gestión de desastres naturales
ANAYA
Gato por liebre
Qué lejos han quedado aquellos días en los que Ricardo Anaya se había convertido en el prototipo del político que todos anhelamos, inteligente, joven, preparado, carismático, conciliador y con una visión de futuro prometedor. A Ricardo Anaya, el triunfador, el encantador de políticos y no de serpientes, le ha dado la vuelta la realidad, o para mejor decirlo, su muy cuestionada y criticada conducta posterior a los momentos de gloria le han situado como al lanzador de boomerang, arma que, tras ser lanzada, si no impacta en su objetivo regresa a su punto de origen para golpear a quien lo lanzó, pues al parecer todo lo que Anaya dijo y defendió a través de una costosa campaña publicitaria ha quedado en letra muerta. Una vez que confeccionó el Frente Ciudadano y convenció a la mayoría de las cúpulas perredistas, comenzó, como era lógico, el revire de propios y extraños para desmentir sus afanes y declaraciones triunfalistas; a mi parecer Anaya hizo muy mal en permanecer en la dualidad, es decir, como presidente del PAN y como precandidato a la presidencia de la República ya constituido el Frente Ciudadano por México, frente que por cierto con mucha razón ha sido atacado bajo el argumento de que ni es frente ni es ciudadano y que tampoco es por México, ya que a ojos vistos lo que ahí prevalece es el interés personal de las cúpulas y no el de las mayorías de los miembros de los partidos políticos que lo forman.
Anaya le dio un golpe a la democracia al pretender ser juez y parte (remember Roberto Madrazo); Ricardo Anaya preparó un proyecto similar al del priista Madrazo, pensado que para él sí funcionaría y que lo ha obsesionado, olvidando entre otras cosas su ofrecimiento de suelo parejo y procedimientos democráticos, logrando que como en cascada le cayeran las críticas, pleitos y protestas que hemos estado presenciando y que se han agudizado en estas últimas semanas, desde el rompimiento con notables correligionarios como los senadores Ernesto Cordero y Javier Lozano o Margarita Zavala, hasta las declaraciones de algunas agrupaciones como la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión, y la inconformidad de algunas huestes panistas, por no incluir en la plataforma del frente algunos de los temas torales que han sido parte fundamental de la lucha política de la derecha versus la izquierda: la diversidad sexual, el aborto, el consumo de drogas y otros tantos más que explican el porqué ha venido en picada la popularidad de Ricardo Anaya. Ahí están las reiteradas declaraciones en estos últimos días de Miguel Ángel Mancera y de Rafael Moreno Valle en el sentido de no participar si la elección para definir al candidato o candidata a la presidencia de la República por el frente no es abierta, clara, democrática y de cara a los ciudadanos, y mientras Ricardo Anaya y sus pares, especialmente la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, se mantienen callados evadiendo y hasta bromeando sobre el método de selección de candidatos del Frente Ciudadano por México y prometiendo cosas como “la renta universal”, los tiempos avanzan y cada día más panistas y perredistas ante tanta incertidumbre piensan que les están dando gato por liebre.
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