
La era digital y el presupuesto
¿José Antonio Meade el bueno?
Tal parece que así es, pues al hoy todavía secretario de Hacienda, todo mundo lo señala como “el bueno”, y con la intensa actividad que éste desarrolla en todo el territorio nacional, con una apretada agenda, recorre México para cumplir las encomiendas que su jefe el presidente Peña Nieto le encarga, lo mismo asistiendo como representante presidencial a algún informe de actividades de un gobernador que participando en reuniones, muchas de ellas en las que como titular de Hacienda no tendría por qué estar, sentado muy cerca casi siempre del titular del Poder Ejecutivo. Tal parece que, en lo que se conoce en términos políticos como “placearse”, va una mano sobre sus compañeros aspirantes priistas: el canciller Videgaray, el secretario Aurelio Nuño, el secretario Osorio Chong y el secretario José Narro. Si analizamos esta situación como producto del marketing político, aunado a su carisma y desempeño político-administrativo o por cualquier otro motivo, el secretario Meade es muy bien recibido en todos lados y hasta con aplausos (incluido el Congreso), la prensa lo trata bien, y nadie se atreve a hablar mal de él, porque además de que al parecer no tiene cola que le pisen, Meade es un hombre cabal, preparado, disciplinado, austero y conocedor de la problemática nacional, gracias a su paso por la Sedesol.
Pero será cierto que en todo este escenario, que en ocasiones parece estar montado exprofeso, lo respalda la realidad, es decir, que es el “tapado” como se le llamaba en la “liturgia” priista-populista, término por cierto que sigue existiendo aún en el nuevo PRI, aunque muchos de los nuevos priistas lo nieguen, el PRI-Gobierno les permite, apoya y fomenta incluido desde luego Meade para que los precandidatos se placeen y se exhiban bajo cualquier pretexto o circunstancia y así disfrazar al llamado “dedo elector” y aparecer en su momento como candidato natural gracias a su popularidad.
Esto me recuerda el caso de Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación en el sexenio de Echeverría, a quien todo México veía como el sucesor del presidente; Moya, hombre joven, inteligente, preparado y conocedor del sistema, fue visto casi desde el inicio de ese sexenio como un fuerte aspirante y tal como sucede ahora con Meade, al arrancar los tiempos políticos de aquel entonces Moya Palencia se veía como el natural sucesor con gran ventaja sobre sus competidores: Hugo Cervantes del Río, secretario de la Presidencia; Porfirio Muñoz Ledo, secretario del Trabajo; y Augusto Gómez Villanueva, secretario de la Reforma Agraria, y nadie o casi nadie pensaba en José López Portillo, pero Echeverría al igual que el presidente Peña Nieto conocía muy bien a su equipo, sabía muy bien cómo actuaban todos, en especial el secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, a quien Echeverría a pesar de lo acelerado de Moya y su equipo la famosa “plataforma”, no solamente lo dejaba correr sino que lo alentaba nombrándolo su representante personal en muchos eventos a los que Mario Moya concurría con gran satisfacción repartiendo sonrisas y abrazos, pero nadie sabía, sólo el gran elector que Moya no iba a ser. Echeverría había decidido con mucho tiempo anticipado quién iba a sucederlo, desde luego que ni José López Portillo sabía que sería el ungido, y ésa era la mejor forma de cuidarlo para evitar la famosa “cargada”. Si revisamos la prensa de esos años, en especial la del año 1975, año del destape, confirmamos lo que aquí se escribe; a Moya Palencia todo el mundo político, social y empresarial de México y del extranjero lo veía ya como el elegido; como anécdota recuerdo que en los días de efervescencia política en el sexenio de Echeverría, un empresario muy importante amigo de López Portillo lo invitó a cenar a su casa para decirle que él, el empresario al igual que todo México había decidido apoyar a Mario Moya Palencia.
Estamos a unos cuantos días para saber quién será el candidato a la Presidencia de la República por el PRI y veremos si en este caso la historia se repite como en aquella etapa del PRI, mal llamado PRI-Populista.