
Cuauhtémoc
¿Por qué la confianza hacia las elecciones es un factor de estabilidad de las democracias?
Un país no puede ser democrático si sus elecciones no son limpias, según afirman José Molina y Janeth Hernández. Ahora bien, el principal referente en torno al peso de la confianza en las elecciones y las instituciones a cargo tanto de su administración como la impartición de justicia electoral tiene que ver, de acuerdo con Daniel Montalvo, es que de ello depende que en la elección de los gobernantes y representantes populares se den los cauces institucionales, o la sociedad, pero particularmente los grupos o partidos radicales opten por la vía revolucionaria en busca de la transición. Ni más ni menos marca la diferencia entre las formas pacíficas o los golpes de estado.
Y más aún, de ese primer paso, el de la confianza en los organismos electorales, eventualmente dependerá la construcción de una democracia institucionalizada, en el que no sólo se miden las cuestiones relativas al acceso al poder, sino también las que tienen que ver con su desempeño, a lo cual es imposible llegar si primero no se cumple el requisito de que las autoridades en la materia cuenten no sólo con la confianza de los partidos y los candidatos, sino también de la sociedad.
¿Cuál es el rol de los órganos de gestión electoral en la generación de confianza a las elecciones?
Los organismos electorales deben trabajar en ampliar el espectro electoral con políticas de inclusión de personas no empadronadas, con el objeto de permitirles elegir libremente de entre diferentes alternativas en elecciones competitivas, además de la afiliación a partidos políticos.
Por el lado de las libertades civiles, asegurar el derecho de los individuos a expresarse y asociarse, fortaleciendo el estado de derecho, los derechos individuales y la individualidad, podrían aumentar la legitimidad institucional.
Para José Molina y Janeth Hernández, la credibilidad en las elecciones a nivel institucional está marcada por la integración no partidista de los organismos electorales y la existencia de un sistema de partidos institucionalizado, y a nivel individual por la confianza en los poderes públicos, la satisfacción con el funcionamiento de la democracia, el apoyo a la democracia como sistema y una actitud optimista frente a la situación económica y política del país.
Un sistema de partidos institucionalizado lo tenemos (por desgracia) en un horizonte lejano por la iniciativa que los partidos han asumido para generar su propio sismo político y dar lugar a un aprovechamiento de causas que suponíamos conculcadas desde 1996. Legalizar lo ilegal como sugiere el PRI a través de su iniciativa para generar la regresión al modelo de financiamiento privado a fin de que los decisores sean la elite económica, los desvíos gubernamentales o la delincuencia organizada o en el otro extremo, la propuesta del Frente Ciudadano por México, para dejar sin empleo a personas físicas concretas con derecho a la vida y el trabajo por ejemplo, no son las respuestas que busca la sociedad de suyo problematizada y con un golpe al corazón en su vida natural y patrimonial.