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23 DE MARZO – 24 AÑOS
@vsamuelpalma
Pasaron ya 24 años de aquél 23 de marzo de 1994 en el que asesinaron a Luis Donaldo Colosio Murrieta, siendo entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República, y muy probable ganador de esa contienda electoral.
El hecho cimbró al país por lo brutal del acontecimiento y porque significó el retorno a una práctica, supuestamente desterrada con la conformación del PNR en 1929, respecto a una especie de acuerdo implícito para que el asesinato dejara de ser una vía para resolver el acceso al poder político. En efecto, el PNR, PRM y PRI, conformaron un arreglo para que las elecciones fueran el método para la conformación de los gobiernos, dentro de un esquema de negociaciones y de disciplina hegemónica, al interior de esa fuerza política.
El asesinato de Colosio quebró esa tradición, al tiempo de colocar al país en la sombra de la violencia, la inestabilidad y la inseguridad, más tarde personificada por la delincuencia organizada y su intervención en la vida política. Se puede decir que la muerte de Colosio fue una frontera que marcó el surgimiento de nuevas contradicciones y problemas en el país, en el marco de su modernización. De entrada, la propia emergencia del movimiento en Chiapas el 1° de enero de 1994, y posteriormente la escalada de violencia en ascenso por la delincuencia y los delitos de alto impacto.
También fue una frontera en las posibilidades de un partido mayoritario para impulsar la transformación democrática de México. Después del 94, nunca más el PRI tendría mayoría absoluta en el Congreso; Colosio parecía percibir con claridad la oportunidad estratégica para ir más allá de una reforma electoral, como después la formularía Zedillo, y encaminarse a lo que el propio Luis Donaldo llamó la Reforma del Poder. No en vano en los años posteriores se habló insistentemente de la Reforma del Estado, pero Colosio anticipaba ese debate y formulaba propuestas con mayor calado, puesto que en ellas aparecía el tema del poder del ciudadano y de la ética política.
En ese sentido, la ausencia de Luis Donaldo significó mucho más que un mero hecho luctuoso, pues implicó la desaparición de una persona que mostraba una visión para el impulso de cambios fundamentales en el país, en la óptica de la continuación de un partido en el gobierno, y del uso responsable de su mayoría política; por tanto se perfilaba una coyuntura de última generación para un partido con margen amplio a partir del tamaño de su representación política. Las condiciones hablaban de una gran oportunidad de liderazgo para generar cambios profundos y para preparar al partido en el gobierno a una nueva etapa que se orientaba por el camino de la apertura comercial.
Entonces se trató de una muerte que representó una fractura, que de nueva cuenta irrumpió la estabilidad financiera del país y precipitó la crisis de finales de 1994, que, además, implicó una especie de retorno a las crisis sexenales reiteradas de 1976, 82, 88 y ahora 94, que a la postre significó la etapa de término de un modelo que después se encaminaría por el lado de la autonomía del Banco Central.
El México con hambre y sed de justicia que Colosio veía en 1994, mantiene su perfil básico 24 años después. Queda la honestidad de Colosio para percibirlo así y su atrevimiento para plantear una vía de reformas para resolverlo, con la tesis central de la Reforma del Poder. La ausencia de Colosio en estas más de 2 décadas ha sido dolorosa, pero más allá del sentimiento que puede generar su ausencia, está el hecho de la pérdida de un líder con perspectiva y proyecto para encaminar los destinos del país en la etapa que se significó por el traslado de un siglo a otro.
No existen los hubiera, pero queda la impresión que con Luis Donaldo el destino nacional, a esta altura, hubiera sido otro, pues él representaba uno de los exponentes más acabados de una generación que participó en el PRI con un proyecto de cambios para impulsar el desarrollo del país, sin anteponer las ventajas personales y con la idea de heredar un mejor futuro, con una perspectiva de reformas en donde se había de preparar el relevo generacional y la nueva etapa del propio PRI. Eso fue lo que se extravió.