
Gestión de desastres naturales
Lo que ha ocurrido en Los Ángeles en las últimas dos semanas no puede ni debe ser minimizado. No es un episodio migratorio más. Se trata de un ensayo general de un modelo autoritario que utiliza la ley como arma, la fuerza como mensaje y el miedo como método.
Las redadas masivas realizadas por agentes de ICE en zonas de alta densidad hispana han derivado en una escalada de detenciones, deportaciones exprés y represión de protestas que evidencia, sin eufemismos, el retorno del trumpismo en su versión más desinhibida. Los datos son alarmantes: más de 300 migrantes detenidos en operativos simultáneos, 42 mexicanos identificados oficialmente, al menos cuatro deportaciones en menos de 48 horas.
Redadas en centros de trabajo, arrestos a la salida de audiencias judiciales, presencia armada en escuelas y hospitales. El mensaje es inequívoco: nadie está a salvo. Ni el que trabaja, ni el que acude a tribunales, ni el que tiene derechos.
La justificación es la de siempre: seguridad nacional, combate al crimen, ejecución de la ley. Pero lo que realmente está en juego es el control político por medio del terror institucional. No hay otro nombre para un operativo que irrumpe en barrios hispanos con agentes fuertemente armados, detiene jornaleros en plena calle y luego responde con gases lacrimógenos a manifestantes que reclaman derechos.
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