
La era digital y el presupuesto
La competencia electoral en los últimos años y la alternancia política son signos de un avance democrático, los partidos políticos como instituciones públicas cuentan con su declaración de principios, su programa de acción y sus estatutos, en los primeros se manifiesta ideología y cuál sería su oferta de gobierno o legislativa al ganar las elecciones, los estatutos registran cuales son las reglas para los integrantes de ese partido, entre otras, para sus diferentes procesos de elección de dirigentes y candidatos fundamentalmente.
Los partidos durante largo tiempo contaron con un reconocimiento a su militancia, a los méritos, a la probidad, a la imagen pública, a la experiencia, a la lealtad, así se contaba con dirigentes, candidatos, militantes y simpatizantes.
Para acceder al poder público los partidos políticos durante muchos años se convirtieron en la única vía, hoy las candidaturas independientes señalan otra posibilidad para quienes desean participar activamente en los procesos electorales. La pérdida de la presidencia de la república por el PRI en el año 2000, marcó un antes y un después en la vida interna de los partidos, se dio la aparición de nuevos instrumentos políticos, como la práctica de construir alianzas entre diferentes partidos para ganar un proceso electoral, aún sin contar estos, con coincidencias ideológicas, solo justificando la coyuntura del momento para postular un candidato de manera común.
En el contexto nacional se generaron hábitos, conductas e inercias muy distintas a lo que sucedió en las diferente regiones del país, los partidos nacionales empezaron a encontrar cada vez más cacicazgos locales y estos últimos se justificaban en su lucha contra un centralismo, en diferentes estados de la república derivado de una ausencia de liderazgos nacionales fuertes de los partidos, se inició una nueva generación de practicas políticas que por ser eficaces en algún proceso electoral de coyuntura pervirtieron principios y convicciones, no importando los principios de un partido político ni el sentido de pertenencia al mismo, se actuaba y se respondía a tomar decisiones en lo ocasional o en lo meramente circunstancial, los reclamos ante el autoritarismo central, fue sustituido por actores políticos en diferentes regiones del país que posteriormente se convirtieron en figuras autoritarias locales.
De la misma forma la falta de formación de cuadros, hombres, mujeres y jóvenes, de un trabajo político que fortaleciera principios ideológicos entre los integrantes de un partido al afiliarse, militar en el o ser dirigentes, desgasto más la vida interna de los partidos políticos, para acceder al poder, buscaron figuras ciudadanas de la academia, del espectáculo, del deporte, lo que desencanto a la militancia de muchos partidos políticos, la carrera de partido, los méritos, la preparación, el conocimiento, fue sustituido por la imposición desde las élites locales de cada partido o bien la invitación a una figura externa para que, sin ningún esfuerzo o trabajo detrás auténtico en un partido político se le postulara como candidato, contando casi de inmediato con adhesiones de rutina más guiadas por intereses alejados de todo compromiso y a un mero deseo de tener privilegios inmediatos.
Aún en este escenario los partidos de mayor raigambre político se nutren de la fuerza histórica de los que en el militan. En Morelos, los tiempos que han corrido y los que están por transcurrir nos han hecho vivir escenarios jamás pensados dentro de los partidos, quienes quieren mantener sus privilegios tratan férreamente de seguir manteniendo el control de los mismos, y ante un ineficiente y notorio trabajo en el territorio y de organización, continúan en su búsqueda de dar campanazos para ganar una elección con un candidato externo, este mientras más famoso mejor, no importando capacidades o conocimientos, para ellos, lo que importa es ganar, es cierto, que hay hartazgo ciudadano, molestia, rechazo a partidos y políticos, ante la falta o lentitud de resultados en muchas de las exigencias sociales, sumado a la corrupción e impunidad, pero ello no puede ser justificación de que se postule a alguien que pueda ganar no importa de dónde venga, ni el conocimiento, la capacidad, la formación académica, el amor por su comunidad, la oriundez, para los actores que promueven estas candidaturas, solo les importa ganar puesto que finalmente estarán detrás protegiendo sus intereses.
En los próximos meses los ciudadanos esperan que exista el diálogo necesario y oportuno, para que quienes aspiren a algún cargo cuenten con respuestas claras, informadas, con conocimiento, con propuestas convincentes para no crear falsas expectativas de lo que realmente se puede hacer y lo que no se puede hacer.
Una de las opciones es seguir fortaleciendo la organización y empoderamiento de los ciudadanos para que en un ejercicio democrático se transformen cacicazgos y las malas prácticas políticas para poner sobre la mesa el interés de la población de México y de Morelos por encima de los personales.