
Phil Murphy en México
Uno de los grandes restos de la autoridad es el de la seguridad pública, tras la pandemia.
En algunos municipios de la República Mexicana, llamados “de la esperanza”, han levantado la contingencia pretendiendo hacer vida normal; no obstante, en algunos estados, la posibilidad de hacerlo se encuentra a la vuelta de la esquina.
Sea cual fuere la fecha en la que volvamos a la normalidad, nosotros consideramos que la seguridad pública, puede será un tema apremiante para las autoridades.
La mayoría de la gente, no tendrá disposición de dinero para satisfacer sus necesidades primarias y con ello, seguramente vendrá la comisión de delitos masiva, sobre todo de carácter patrimonial.
En efecto, la gente querrá satisfacer sus necesidades y las de sus familias, por ende se espera que la delincuencia se desboque no sólo en tiendas de autoservicio, sino incluso en contra de los particulares que pudieran convertirse en blancos vulnerables.
A nosotros nos parece que la autoridad no debe esperar a que los acontecimientos ocurran. Desde ahora, debe construir programas que lo impidan.
Por ejemplo:
Ya hemos mencionados los programas para reducir el costo de la energía eléctrica en los hogares. Esto permitiría que las personas conserven parte de su patrimonio y con ese ahorro, enfrentar las necesidades futuras.
Otro programa importante deberá ir enfocado en la suspensión de pagos en el servicio de agua potable.
Tanto nos han dicho hasta el cansancio, que nos lavemos cada momento las manos hasta por 20 segundos; sin embargo, hay quien por miedo a incrementar el costo del vital líquido, lo piensan más de dos veces.
Un tema fundamental debería ser el surtido de los bancos alimentarios por parte del gobierno, -no para que los políticos se luzcan entregando despensas, sino, surtir las bodegas de estos bancos por el gobierno en funciones, y, desde ahí se distribuyan para las familias que más necesitan.
En corolario de lo anterior, debemos recordar que, si el propio gobierno nos pide que nos quedemos en casa durante la pandemia, deberá entonces proporcionar satisfactores minimos; no sólo para garantizar la extinción de la pandemia; sino incluso evitar con ello el posible brote de la delincuencia con mayor auge.