
La falsa disyuntiva entre privacidad y seguridad
Durante mucho tiempo hubo una regla no escrita en la sobremesa, no hablar de política ni religión. Eran territorios minados, un comentario fuera de lugar podía arruinar la comida.
Hoy tal vez, deberíamos pensar al revés, el silencio sobre estos temas no nos protege, más bien deja vacíos que otros llenan con desinformación, rumores o discursos prefabricados, y esos vacíos tarde o temprano se convierten en apatía, en desconocimiento y en fractura social.
Hace 2,400 años, Platón a través de Sócrates nos dejó una lección que parece olvidada.
Los traductores latinos de su pensamiento lo resumieron en una frase que mantiene toda su vigencia “Interrogando ad veritatem pervenimus” preguntando llegamos a la verdad. No para ganar un debate, sino para comprender mejor. El método socrático consistía en interrogar, repreguntar y volver a interrogar hasta acercarse a lo justo, lo verdadero y lo útil para la vida en comunidad.
Ese espíritu del diálogo también se perdió en las aulas. La materia de Civismo que durante décadas enseñó nociones básicas de ciudadanía fue retirada como asignatura independiente en 2002 y sustituida por otros contenidos. Regresó en 2014 bajo el nombre de Formación Cívica y Ética, pero con menor carga horaria. Hoy, bajo el modelo de la Nueva Escuela Mexicana, sus contenidos se diluyen dentro de “ejes formativos” y ya no tienen un espacio claro y dedicado.
Las consecuencias se miden:
• Según el INEGI (2020) 7 de cada 10 jóvenes mexicanos no pueden explicar qué hace un diputado.
• La Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUI 2020) revela que solo el 32% de la población cree que su participación política influye en las decisiones del país.
• Un estudio de la UNAM encontró que más del 40% de los encuestados menores de 25 años no pudo definir el concepto de “Estado de Derecho”.
Y no es un fenómeno exclusivo de México. En Estados Unidos, el Annenberg Public Policy Center reportó en 2022 que solo 47% de los adultos sabía nombrar los tres poderes del gobierno. En Europa, el Eurobarómetro ha detectado un aumento en la desconfianza política entre los menores de 30 años, en todos los casos cuando el civismo se deja de enseñar o se reduce a un trámite escolar, lo que crece es el desencanto y la ignorancia cívica.
No se trata de imponer creencias ni de convencer a nadie de una fe o un voto. Se trata de recuperar el hábito de conversar sobre lo que nos afecta como comunidad, de preguntar y escuchar sin miedo. Porque callar “para evitar pleitos” es muchas veces la forma más cómoda de renunciar a pensar por nosotros mismos.
Lo peligroso no es discutir, sino dejar que otros piensen por nosotros.