
La era digital y el presupuesto
San Agustín, la praxis agustiniana y la huella de Robert Prevost
La historia de la Iglesia está hecha de encuentros improbables. Uno de ellos —sutil, pero decisivo— parece trazar un arco entre la antigua ciudad de Hipona y los pueblos andinos del Perú. En ese arco se entrelazan la teología de San Agustín, la vida comunitaria de los agustinos, la Teología de la Liberación de Gustavo Gutiérrez, y la biografía pastoral del actual Papa León XIV, Robert Francis Prevost.
San Agustín legó a la cristiandad una de las visiones más profundas sobre Dios, la gracia, el alma humana y la vida en comunidad. Para él, Dios es el Bien Supremo, y todo lo creado encuentra sentido solo en relación con ese absoluto. Pero el camino hacia Dios no es solitario. Se recorre en comunidad, en el marco de una civitas Dei donde los hombres aprenden a amar no según el mundo, sino según Dios.
Estos fundamentos teológicos se encarnaron en la Regla agustiniana, que organizó la vida clerical y religiosa de su Orden con base en la interioridad, la caridad fraterna, la oración común y el desapego de los bienes. No se trata solo de una espiritualidad monástica: es una concepción del mundo donde la verdad no se impone, sino que se comparte; donde la autoridad se vive como servicio; y donde la vida común es expresión concreta del Reino.
La nota completa en Quadratín Michoacán.