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Cuauhtémoc marca la ruta
Sin duda, hay discriminación en razón de género hacia las mujeres cuando no se les permite emitir el voto o ser votadas en una elección de autoridades, pero ¿Será en la actualidad la única forma de discriminar o actuar con violencia contra las mujeres?
Fue hasta el 17 de octubre del año de 1953, cuando se hace efectivo el reconocimiento al derecho de votar a las mujeres, para ser específico cuando se reforma el artículo 34 de la Constitución Federal. De esta manera se pretende fortalecer la democracia con acciones como ésta, garantizando la participación femenina en la construcción de una sociedad igualitaria.
De acuerdo con la última actualización de la lista nominal, el 52% del padrón electoral (esto es, más de 47.5 millones de personas) está conformado por mujeres que influyen decisivamente en las elecciones y vida política de México.
No podemos olvidar que las mujeres también han sido Forjadoras de la Patria, como Dolores Jiménez y Muro, así como otras 18 mujeres más al menos reconocidas,que dedicaron su vida a la construcción de esta gran nación.
Se debe continuar trabajando y fortaleciendo la interseccionalidad que es una herramienta para el análisis, el trabajo de abogacía y la elaboración de políticas, sobre todo, que aborda múltiples discriminaciones y ayuda a entender la manera en que conjuntos diferentes de identidades que influyen sobre el acceso que se pueda tener a derechos y oportunidades, particularmente en este caso referido a las mujeres.
Se cumplen 68 años del reconocimiento al derecho al voto de la mujer en México, un importante logro de participación política y desarrollo democrático para nuestro país; sin embargo, a pesar de innumerables reformas a la constitución y leyes. Lo paradójico es que no se ha podido erradicar la violencia contra ellas. ¿Qué sentido tiene reformar leyes o legislar para garantizarles derechos a las mujeres, cuando las que existen no se respetan en la vida cotidiana?
Esta importante problemática, debe resolverse de manera corresponsable y de manera integral; es decir, que también nos corresponde a nosotros como sociedad y como padres de familia, educar y orientar bien a las nuevas generaciones; en pocas palabras, no podemos exigir lo que no damos. El cambio comienza en los hogares con la educación de nuestros hijos e hijas.