
Gestión de desastres naturales
El diálogo político permite construir acuerdos, dentro del PRI en el actual momento es más que necesario, la transformación del partido que pregonan quienes aspiran a dirigirlo no se va a dirimir con descalificaciones hacia el proceso, a la actual dirigencia, o los órganos que corresponde organizarlo.
Reivindicar al PRI obliga a quienes son candidatos para dirigirlo, recordar que tienen ese derecho y también la obligación de mostrar que están formados para contribuir al fortalecimiento del partido. La militancia espera propuestas, alternativas, ser escuchada y encaminar al partido a consolidarlo como una fuerza política que contribuya al desarrollo del país. Nadie niega el desgaste y el complejo escenario que vive el PRI como todos los partidos ante el cansancio y desencanto ciudadano hacia la política y los políticos.
Ante esta realidad convertirse en candidatos que actúen como grupos de choque, de conflicto, de señalamientos fáciles para jalar reflectores en un pragmatismo alejado de buscar el crecimiento del partido solo desvalorizan más a la política ante los militantes y la ciudadanía. Todos los que aspiran tienen experiencia, no son ingenuos, su carrera y patrimonio político se lo deben al PRI, todos han sido beneficiados y reconocidos por el partido, incluso sus candidaturas cuando las tuvieron fueron producto de acuerdos de los que fueron ellos beneficiados y otros priistas sumaron su voluntad por la unidad del partido.
Tener memoria y gratitud al partido es un acto de lealtad y congruencia.
Preservar la unidad es un reto de todos y es la mayor obligación de los que aspiran a dirigirlo.
El mayor riesgo es querer crear por un discurso cómodo condiciones de tensión y adversas.
La militancia aspira una competencia con propuestas, alegre, crítica, participativa y no a señalamientos ramplones personales entre lo que se considera justo e injusto.
Dejar atrás la descalificaciones para pasar a las propuestas es la etapa que viene, convocar a la prudencia en sus expresiones para calificar al proceso por los aspirantes es su obligación.
Recuerdo las palabras del hombre de Chihuahua Don Artemio Iglesias, cuando decía; los que se quejan tanto y lloriquean tienen la sospecha que van a perder, remataba diciendo, cito: “A puñaladas iguales, llorar es cobardía”.