
La justicia en manos de las urnas
La noticia sobre la intención del diputado federal Agustín Alonso, exdiputado local y exalcalde Yautepec, de ser alcalde de Cuernavaca, no solo fue sorpresiva, sino totalmente molesta para el círculo rojo de la capital, y varios ciudadanos informados.
Si bien es cierto que como mexicano que cumpla con los requisitos legales, Alonso puede convertirse en casi lo que quiera, también lo es, que su proyecto de convertirse en alcalde de Cuernavaca, claramente no está relacionado con la idea sacar a Cuernavaca del atraso y la postración en la que vivirá aun por muchos muchos años, sino en alcanzar el espacio para aspirar a la gubernatura.
No se necesita ser ni genio ni súper dotado para entenderlo. Pero creo que es moralmente inaceptable, por el objetivo y por la historia reciente de la ciudad.
Sin embargo, en medio de todo esto, no podemos soslayar que el proyecto de Alonso engarza perfectamente con la realidad social y política de la ciudad: ciudadanos apáticos y contexto político local degradado y abandonado: Cuernavaca dejó de ser un paradigma político, para convertirse en vulgar plataforma para “usarse y tirarse”.
Agustín lo único que hace es leer esa misma conclusión, lo cual no lo enaltece, pero tampoco niega la realidad: Hemos perdido a Cuernavaca.
Desde el año 2000, cuando los morelenses creímos que la apertura política y la ciudadanización de la política eran la salida para acabar con la corrupción y las prácticas malsanas, inocentemente le dimos paso a la degradación de la administración pública y a la representación política. Desde entonces casi cualquiera llegó a la alcaldía de Cuernavaca, y peor aún, casi cualquier cosa ha querido asaltarla. Insisto, la ciudad se degradó y se devaluó.
Sólo así podemos entender casos como los del PRI en 2009, con Manuel Martínez —quien creímos que era una promesa política consolidada— y la “importación” de perfiles so pretexto de rentabilidad política como el de Jorge Morales Barud desde Puente de Ixtla, el de Cuauhtémoc Blanco desde la CDMX y el de Antonio Villalobos, desde una suplencia que terminó en desgracia.
Así, pues cualquiera quiere llegar dada la “facilidad” con que aquí se les recibe: así podemos ver las intentonas de Alejandra Pani, de Jiutepec y actual Contralora estatal; la de Juan Ángel Flores Bustamante, alcalde de Jojutla en dos ocasiones y actual diputado federal por aquella región; y, finalmente, el mismo Agustín Alonso, actual diputado federal por Yautepec y ex alcalde de aquél municipio.
Luego entonces, ¿ante qué estamos?
La candidatura de Agustín Alonso no es un accidente ni un exceso de ambición personal: es el síntoma más reciente de una ciudad que dejó de defenderse y que, por apatía o resignación, permitió que la degradación política se instalara como norma. Cuernavaca ya no inspira proyectos de transformación, solo ofrece una tarima para el lucimiento y la ambición. Y mientras no haya una reacción ciudadana real, la capital seguirá siendo escenario de reciclajes políticos que, lejos de rescatarla, terminarán por confirmar lo que ya sabemos: a Cuernavaca la perdimos hace tiempo.
En Corto
Lo de Alejandra Pani a la alcaldía de Cuernavaca, no es broma, como tampoco lo es que ya ande preparándose económicamente para sustentar una eventual candidatura, que de lograrla y triunfar en las elecciones, la pondría ante la expectativa —más que ante la posibilidad real— de aspirar a la gubernatura. ¡¡Dios, qué hemos hecho para merecer esto!! Sólo un detalle, muy pequeño: no estaría mal que en Palacio de Gobierno pusieran atención a este tema…
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@DavidMonroyMX
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