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CUERNAVACA, Mor, 03 de febrero de 2015.- No solo las celebrities de Hollywood tiene que ver resultas cada una de sus excentricidades diarias.
Algunos de los ejecutivos de la industria norteamericana, de los cuales no se han revelado nombres porque aseguran no son famosos, piden a sus asistentes todo tipo de recados, más propios incluso de las grandes estrellas del rock, relata el sitio web QUÉ!.
Lydia Whitlock es una joven que ha trabajado durante más de cinco años como asistente personal en Hollywood y que tuvo que soportar peticiones o exigencias de lo más peculiares. Tras abandonar este trabajo, Lydia ha publicado un libro titulado ‘A mi futuro asistente’, en el que narra algunas de sus peores vivencias en la industria del cine.
El diario ‘The Independent’ ha recogido algunas de las experiencias más surrealistas que la joven norteamericana recoge en su libro. Sin ir más lejos, uno de sus jefes le echó una gran bronca por servirle el desayuno con la mantequilla demasiado caliente. Para evitar futuras reprimendas, este ‘buen’ hombre le exigió que antes de servirle las tostadas comprobase si la temperatura de la mantequilla era la adecuada.
Pero en las tareas alimenticias no acaba la cosa. En uno de sus teóricos ‘días libres’, en Acción de Gracias, Lydia tuvo que abandonar la cena que compartía con su familia para tomar notas de una conferencia que estaba manteniendo su jefe. Sus apuntes, lejos de ser imprescindibles, estaban refrendados por la grabación de la llamada.
Y precisamente esperando una teorica llamada muy importante, esta joven vivió una de sus tareas más aburridas y eternas. Su jefe le pidió que no abandonase el teléfono en ningun momento, ni siquiera para ir al baño ni comer, porque estaba esperando una comunicación de extrema importancia. Sin embargo, ese teléfono nunca sonó y Lydia pasó más de nueve horas sin comer, ir al servicio ni levantarse de la silla.
Pero si quería moverse, otro jefe le exigió que le siguiese por toda la oficina como si fuese un perro. Él ya se encargaba de hacer los típicos chasquidos para llamar a su ‘mascota’.
Sin duda, parece que ser asistente es una profesión de lo más peculiar.