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CUERNAVACA, Mor. 17 de agosto de 2014.- .- De los miles de santos que venera la Iglesia católica en el mundo, la Catedral de esta ciudad guarda especial relación con el primero de origen mexicano y americano que fue canonizado: san Felipe de Jesús o Felipe de las Casas, de la orden de los Franciscanos.
Generadores del proceso de evangelización iniciado desde el siglo XV en Morelos y en otras partes del centro del país, los franciscanos no sólo impulsaron la construcción de varios monasterios e iglesias, sino que decidieron que la Catedral de Cuernavaca, guardara en sus paredes, el último pasaje en vida de Felipe de Jesús: su ejecución en Japón, cuando contaba con 25 años de edad, en 1597, relata el cronista, Miguel Ángel Betanzos, especialista en la historia de dicho inmueble.
La vida y muerte de Felipe de Jesús fue tomado por los franciscanos asentados en Morelos como parte de su obra evangelizadora, pues su sacrificio fue tomado como ejemplo de amor por el proceso de evangelización, además de que el último punto que habría pisado el santo mexicano, antes de dirigirse al puerto Acapulco, para embarcarse a Filipinas –punto al que originalmente llegarían para evangelizar- fue la ciudad de Cuernavaca.
Según los datos históricos difundidos, San Felipe había decidido renunciar a su noviciado con la orden franciscana a la que ingresó, pero tiempo después, ante el ofrecimiento de ordenarse sacerdote en México, regresó al oriente, donde ya había estado en su primera etapa como pre monje franciscano. Tras embarcarse y dirigirse a Filipinas, su barco fue desviado en una tormenta, que finalmente los llevó a Japón.
En el país nipón, los franciscanos iniciaron su evangelización. Al principio con mucho éxito, pero al poco tiempo se desencadenó su persecución. El emperador Toyotomi Hideyoshi, también conocido como Taikosama, ordenó la aprehensión de los cristianos que fueron encarcelados y atormentados, hasta ser ajusticiados.
Los relatos indican que los franciscanos fueron llevados en procesión por varias ciudades como Kioto, para ser objeto de burla, incluso, les cortaron una oreja a los 26 mártires y al mismo Felipe. En Kagasaki, los aprehendidos, entre los que se encontraban los franciscanos, tres monjes jesuitas y varios laicos japoneses, fueron colgados en cruces y atravesados con lanzas.
Pese a este episodio, el proceso de santificación de Felipe de Jesús, cuyo nombre original era Felipe de las Casas, fue muy largo: 265 años. Tras su muerte, Felipe fue beatificado junto con sus compañeros 30 años después, es decir, en 1627. Sin embargo, para llegar a los altares, debió esperar 235 años, pues hasta 1862 se emitió el decreto papal correspondiente que lo canoniza de forma oficial.
Son más de 400 metros cuadrados de mural, expresa el rector de la Catedral de Cuernavaca, Luis Millán, quien muestra los vestigios del mural dedicado a san Felipe de Jesús y a su sacrificio, que aún sin visibles en las paredes laterales del edificio, y que estuvo a punto de desaparecer debido al desinterés que hubo en la obra por un lago tiempo.
Pintado a inicios del siglo XVI por manos indígenas y novohispanas, el mural ha sido objeto de estudio por parte de autoridades japonesas, quienes han fotografiado y videograbado la obra, que ha sido expuesta en la ciudad de Osaka y de Tokio, donde los especialistas han concluido en la calidad del mural pintado al fresco, pero también se ha destacado el poco conocimiento que sus autores tenían sobre la cultura japonesa, ya que las casas pintadas en la obra, no se parecen a las que existían en la época, sin embargo, ello no demerita la obra y su trascendencia histórica, dentro del proceso de evangelización, relata Millán.
A simple vista, el mural es visible desde cualquier punto de la catedral, ya que fue pintado en las paredes laterales del cañón que desemboca en el altar. Pese al tiempo, aún se muestra en buenas condiciones, salvo en dos lugares donde fue necesario removerlo, ya que un par de altares verticales, de aproximadamente medio y medio de largo, lo cubrieron durante varios años deteriorándolo. Así, dos franjas de color amarillo se aprecian desde el piso hasta cinco o seis metros hacia arriba, ya que con pintura pretendieron “remozar” el espacio afectado por varias décadas.
Al mural se encuentra pintado al fresco en las paredes laterales del cañón de la Catedral de Cuernavaca. Cerca del altar, se ubican los obispos que fueron invitados a la canonización de Felipe de Jesús. A lo largo y alto del mural, pueden observarse barcas con hombres armados con espadas y lanzas, visiblemente orientales; también se observa muchas casas, a semejanza de aldea donde fueron ejecutados, en Nagasaki. En la obra, se pueden apreciar varias cruces de madera en el suelo, y otras mas paradas. En algunas de ellas se aprecian hombres colgados de ellas, atravesados por lanzas, indica pausadamente el padre Millán.