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Impiden paso al CRIJ a patronato fundador
JOJUTLA, Mor. 31 de marzo de 2014.- El maltrato y la discriminación a los usuarios es una práctica común en el hospital general Ernesto Meana San Román de este lugar, refirió una usuaria, María Yolanda Estudillo Bahena, luego de ser víctima de ello.
Aunado a que los familiares de los pacientes son relegados a esperar afuera de las instalaciones donde sopotan inclemencias del tiempo, como el sol de la tarde y el sereno y la noche, con la nueva modalidad de que ahora los envían totalmente fuera de las instalaciones junto a la entrada del estacionamiento del hospital, casi a un lado de un templo, la denunciante, refirió que para el colmo son maltratados desde que llegan con el guardia de seguridad hasta la recepción de datos y asignatura de fichas. Informó que el pasado fin de semana “tuve la necesidad de llevar a mi muchacho, porque desde el domingo anterior lo tuve hospitalizado en México, pero está muy delicado y por eso me lo traje.
Lo llevé… de inicio, cuando entrega uno el papel, yo lo llevo porque mi hijo realmente estaba mal y lo que quería era estar sentado, pero el hombre ese que recibía la documentación, me dice: ‘qué él no sabe hablar’ y le contesté que sí pero se sentía mal”.
Contó además que postriormente llegó una joven con amenaza de aborto, iba sangrando, “la mamá llega y la sienta, pues el fulano, otro, porque uno atiende las urgencias y otro lo de las mamás, pero igual, pidió que se parara la mujer para que ella diera los datos”. Por lo que comentó que si va un acompañante es obvio que puede dar los datos.
“Soy muy léperos, deveras, yo vi a la muchacha que iba bien pálida de todo su cuerpo hasta sus pies con sandalias, iba mal la mujer, todo mundo quejándose de la atención del ginecólogo que no los atendía. Había mujeres aue ya tenían ahí toda la mañana y enfermas.
Está muy mal el servicio de atención y luego que son bien groseros”, comentó. En esa ocasión “hasta un difunto hubo. Son negligentes. Se ve claramente”. Otra situación irregular, por ejemplo, citó que las cobijas no las prestan a los enfermos, “por arte de magia desaparecen por la noche y aparecen a las seis de la mañana. Nosotros tuvimos que ir por una a la casa y luego no lo dejaban pasar con la colchita”.