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CUERNAVACA, Mor., 15 de febrero de 2015.- Michele Ferrero, el papá de la Nutella, el hombre de corazón y negocios que transformó una pastelería de provincia en una multinacional de más de ocho millones de euros de facturación y 30 mil empleados, murió el pasado sábado en Montecarlo. Tenía 89 años, publica El País.
Quienes lo conocieron de cerca dicen que nunca se jubiló y que hasta el último momento siguió dirigiendo con pasión su imperio, su criatura, último patriarca de un capitalismo a la italiana, hecho de familia, coraje innovador y respeto generoso con sus empleados. Ferrero hizo de sus plantas un modelo de inclusión y protección social. Como Agnelli antes, transformó su industria en una comunidad. Las riendas se quedan en las manos expertas de Giovanni, único hijo tras la muerte de Pietro en 2011.
El hombre más rico de Italia (23,5 millones en patrimonio, según Forbes) nació en aquellas apartadas tierras del noreste, famosas por sus trufas, vinos y avellanas, el 26 de abril de 1925. Empezó su carrera con 21 años, vendiendo el Giandujot, un bombón inventado por su padre, Pietro.
En 1950, se les ocurrió producir un chocolate para untar que bautizaron Supercrema. A los 32 años, Michele se quedó solo al frente de la empresa familiar, pequeña pero sólida; en 1964 decidió cambiar de nombre al producto más exitoso y puntero para que sonara menos local.
A las mesas del país en pleno boom económico llegó un nuevo símbolo de abundancia y fiesta: la Nutella. Antes había nacido el Mon Chéri, con su corazón de cereza y licor. Después llegaron los bollos de la línea Kinder, los Pocket Coffee o los Ferrero Rocher. Un éxito estudiado, sudado, pero imparable, que sigue hasta hoy.
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