El Castillo de Harry Potter hecho en China

CUERNAVACA, Mor, 15 de diciembre del 2014.- Ajeno por completo a la tradición arquitectónica oriental, en la provincia china de Hebei se erige un espectacular castillo medieval de estilo europeo que recuerda a la Mansión Hogwarts, donde estudiaban los aprendices de brujería en las películas de Harry Potter, informa ABC.es.

Una curiosa coincidencia porque la colosal fortaleza china no albergará, evidentemente, espíritus malignos ni fantasmas, pero sí estudiantes, los de la Academia de Bellas Artes de Hebei.

Según informó en verano la agencia estatal de noticias Xinhua, dicha institución se ha gastado la friolera de 400 millones de yuanes (50 millones de euros) en construir semejante mamotreto, que será un centro de animación y ya ha sido apodado el «castillo de Cenicienta» por su estilo gótico. Con su torre del reloj y sus tejados puntiagudos, es una prueba más de lo inflada que ha estado la burbuja inmobiliaria china durante los últimos años y de las fortunas que han dilapidado sus instituciones con fondos públicos.

«Diferentes estilos de exposiciones artísticas se celebrarán en el castillo, donde los alumnos podrán completar sus trabajos de animación», explicó a Xinhua el responsable del comité gestor de la Academia, que parece haber querido imitar a los selectos «colleges» de Oxford y Cambridge.

No es la primera vez que se ve un castillo así en China, donde han proliferado multitud de extrañas construcciones al amparo de su extraordinario crecimiento económico. En Dalian, en la provincia costera de Liaoning, frente al Mar Amarillo se levanta otra espectacular fortaleza parecida al castillo alemán de cuento de hadas de Neuschwanstein. Abierto desde 2005 como un surrealista museo de conchas exóticas, que «sólo» ocupaba de 2.500 de sus 18.000 metros cuadrados, ha sido reconvertido hace poco en un hotel de lujo por la cadena Starwood con 292 habitaciones, incluyendo 29 suitres.

Tanto el Hotel Castillo de Dalian como la Mansión Hogwarts de Xinle son claros ejemplos de la opulencia «kitsch» que ha traído el desarrollismo chino, capaz de copiar sin tapujos todo aquello que venga del extranjero y parezca rico aunque no tenga nada que ver con la cultura propia.