MIACATLÁN, Mor. 2 de febrero 2014.- Édgar Tamayo después de haber sido velado dos días en su casa y en compañía de familiares y amigos, salió de su casa en su ataúd en hombros de su familia, recorrió cerca de un kilómetro para llegar a la iglesia de su pueblo natal en el centro.
Teodoro Bello, compositor de los corridos de los Tigres del Norte frente al ataúd en la casa de la familia Tamayo cantó la canción “Inyección letal”, mientras los papás, con la cabeza inclinada y entre llanto, le daban el adiós a Édgar.
En la entrada de la iglesia lo esperaba el Obispo de la ciudad de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, y sus papás Isabel Arias y Héctor Tamayo. El obispo durante la homilía señaló que “Édgar fue víctima del hombre de sus decisiones”.
Asimismo, aseguró que el gobierno de Texas no cumplió con el acuerdo de Viena y violó los derechos humanos, al tiempo que recordó que Édgar esperó que su ejecución sirviera para salvar a otros que se encuentren en la antesala de la muerte esperando ser ejecutados.