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Abelina López, de vendedora de pan a presidenta municipal de Acapulco
QUINTANA ROO, 24 de agosto de 2014.- Una credencial del Instituto Nacional para la Atención de los Adultos Mayores (Inapam) y otra de elector lo acreditan como el hombre más longevo del país. Sus vecinos le creen. Es Jesús Castillo Rangel, tiene 117 años y el próximo 24 de octubre sumará otro. Trabajó la tierra hasta los 106, cuando las fuerzas en las piernas le dejaron de responder, y aunque participó de la lucha zapatista para reivindicar que la tierra es de quien la trabaja, nunca obtuvo la suya.
A su edad, de lo único que se queja es que se cansa pronto, permanece parado, da unos pasos y enseguida debe buscar apoyo; de ahí en fuera, todo su organismo se encuentra bien, unas flemas que le molestan principalmente en las noches frías, en esta zona de la comunidad Nicolás Bravo, municipio de Othón P. Blanco, en Quintana Roo, donde es fresca y en las que por extraña razón es la única de todo el estado en la que cae granizo.
Llegó hace 25 años a esta comunidad acompañado de Fidencia, su ex compañera de toda la vida, atraído por la oferta de que el gobierno estatal necesitaba poblar el territorio y regalaba tierra a cambio, una propuesta que sí hubo, pero en los años 70, cuando Quintana Roo se convirtió de territorio a estado federado; Jesús llegó 15 años tarde y ya no alcanzó ese beneficio.
Lúcido, con buen timbre de voz y oído, platica con MILENIO algunas anécdotas. El gobierno del estado le ha hecho saber que por los registros que se tienen de él, que son pocos, es el hombre más longevo del país y lo recibe sin sorpresa. Fidencia Morales Consilco, con quien estuvo casado más de 80 años, falleció a los 104, hace dos.
Nació en Soconusco, Chiapas, en 1896. Tenía 14 años cuando estalló la Revolución, simpatizante de Emiliano Zapata, se unió a las fuerzas comandadas por éste y en Huehuetenango estuvo el cuartel desde el cual combatió: presume de buena puntería, dominio de la carabina 30-30 y de la pistola 48 especial; este episodio es quizá lo que más lo enorgullece, ya que también estaba de acuerdo en que la tierra es de quien la trabaja.
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