
Phil Murphy en México
6 MINUTOS Y 20 SEGUNDOS
Samuel Palma
@vsamuelpalma
El drama de los asesinatos por el uso irrestricto de armas en Estados Unidos, ha motivado manifestaciones de repudio por la falta de disposiciones que limiten su uso. La consecuencia de ello son varias, la más importante es que cualquier persona puede adquirirlas, y así se han sucedido hechos brutales de asesinatos en espacios públicos y escuelas, protagonizados por personas desequilibradas, enfermas o afectadas en su salud mental, que han decidido llevar a cabo actos de esa naturaleza; otro aspecto es que amparada en esa liberalidad de la industria productora de armas de fuego, el comercio de las mismas mantiene un importante auge, con una influencia que rebasa las fronteras de ese país y que llega al nuestro.
La escuela secundaria Stoneman Douglas de Parkland, Florida, sufrió la muerte de 17 personas por parte de un adolescente, el día 14 de febrero de 2018, y no es el único trágico suceso de ese tipo en la época reciente. Mientras eso ocurre, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) exhibe una gran influencia en el criterio de los legisladores norteamericanos sobre este tema. Tal situación se vincula con el activo financiamiento de la propia NRA a las campañas de los congresistas. Ante esa circunstancia se multiplican las manifestaciones para reclamar endurecimiento de las reglas para la venta y adquisición de armas, sin que se vislumbre una acción consecuente que lleve a la modificación de las normas correspondientes.
La tesis de admitir que la sociedad pueda armarse como un medio para alcanzar la paz y el respeto a la vida de las personas resulta contradictoria, por decir lo menos; sin embargo se ha pretendido sostener que el derecho a la defensa personal con el uso de armas es una forma de proteger la vida. Los hechos como el ocurrido el 14 de febrero en Douglas, muestra palmariamente que no es así, y que permitir la adquisición de armas significa que penda de un hilo la vida de las personas, pues dependerá de creer que alguien que piense y tenga la determinación de agredir a otro con arma de fuego, se inhiba de hacerlo por propia convicción o determinación, ya que de decidirlo podrá tener acceso al arma que se requiera.
La relación violencia con el acceso a armas parece no estar en duda, pero el hecho no se limita a sucesos deplorables en Estados Unidos; también se relaciona con los delitos violentos que tienen lugar en nuestro país y, especialmente, a los que practica la delincuencia organizada, quien exhibe un gran nivel de armamento procedente de nuestro vecino del norte. Investigaciones que se realizaron en Estados Unidos para seguir la ruta de las armas que se venden, mostraron que algunas aparecieron en manos de la delincuencia organizada en nuestro país. ¿Cuántos asesinatos, enfrentamientos y actos delictivos se han perpetrado en el uso de armas adquiridas en Estados Unidos? No es posible dar respuesta a esa pregunta, pero lo que sí es posible afirmar es que la violencia que tiene lugar en México, dispone como su principal instrumento ofensivo armas que fueron adquiridas en Estados Unidos.
Son 6 minutos y 20 segundos los que Emma González permaneció callada arriba del estrado cuando se refirió a los acontecimientos de Parkland, Florida; ese tiempo fue el que llevó el tiroteo que se realizó en dicha escuela. Un tiempo de silencio que evocó la angustia de los sobrevivientes y la muerte infringida a 17 personas en esa balacera. Pero habría que sumar otras muertes y seguramente horas y hasta días, si se suma el tiempo que ha involucrado los enfrentamientos con balas y hasta con cohetes en nuestro país.
La regulación estricta sobre la venta de armas en Estados Unidos ha sido vieja demanda en nuestro país. Es tiempo que se revierta una enmienda a la Constitución de Estados Unidos que ha significado fatales consecuencias para ese país y para el nuestro, aunque también ha dejado grandes ganancias para quienes producen esas armas y para quienes las comercian. Cuando el dinero se convierte en la norma más importante, las cosas no marchan bien.