
Gestión de desastres naturales
En la decada de los años 30, llegaron a la Ciudad de Mexico, varios pintores jalicienses, mi padre, Jesus Guerrero Galvan, Jorge Gonzalez Camarena y Raul Anguiano y el mas jovencito de ello, Juan Soriano. Todos ellos se habian conocido ya sea en el taller del maestro Vizcarra, o en alguna institucion que daba clases de arte.
Los cuatro, en aquel entonces, se habian hecho pertenecer a la llamada escuela mexicana, figurativa que privilegiaba la figura humana con realismo.
En los años 40, el matrimonio Octavio Paz-Elena Garro y mis padres, habian alquilado un edificio en la calle de Saltillo 117 donde los Paz vivian en la planta alta, nosotros en el segundo piso y el primero era de uso comun. De aquellos años, casi nublada memoria, me acuerdo de Juan Soriano. De lo que me acuerdo es que me impresionaban sus grandes ojos, de ahi nada mas.
Con el tiempo, siendo el ambiente artistico intelectual de aquella epoca en Mexico mas bien pequeño, Juan Soriano era habitual en las tertulias que se habian en nuestra casa. Por aquella epoca Juan pinto dos retratos. El de mi tia Elena y el de mi madre, dos de extraordinario valor (que espero esten exhibidos en el museo proximo a inaugurarse)
Cuando Octavio Paz regreso a Mexico de Paris, la primera vez, ya traia la obsesion de acabar con el nacionalismo revolucionario, que dominaba el mundo cultural mexicano y empezo a europeizar a sectores, sobre todo de jovenes, con movimientos como el surrealismo, el Dada, la pintura abstracta. Esto supuso una division entre quienes siguieron a Paz y los que permanecieron fieles a sus raices.
Aunque la relacion entre mi padre y Soriano se enfrio, no fue asi entre mi madre y Juan que siguieron siendo grandes amigos toda su vida.
En los años 60s, que vivi en Paris con Octavio y Elena, reencontre a Juan Soriano. ya era un artista respetado en Francia, pero su natural amabilidad seguia intacta.
Cuando Octavio se fue a la India, hubo una serie de altercados entre la Chata, (hija de Octavio y Elena) y Juan Soriano, deben de haber sido de gran calado, por que Juan nunca les volvio a hablar.
A Juan lo vio dos o tres veces antes de que muriera, en una exposicion, me acuerdo bien, siempre el mismo, con ese aire de alegria que lo rodeaba, ojos luminosos y, para mi, los recuerdos de este hombre a quien estime tanto….