Recuperemos la buena política.
Por: Jorge Meade Ocaranza. @Jorge_Meade
La buena política nos convoca a entendernos, a construir consensos, a unir lazos, a confrontar asuntos comunes en el marco de la tolerancia, la buena política es respetar que la gente se asocie con libertad y que asuma los retos de su participación. La política tiene que ver con lo cotidiano, con la oportunidad de hablarnos, de unirnos, de competir sabiendo que tendrá que haber resultados en ocasiones distintos a lo que esperábamos.
La POLÍTICA nos genera grandes y buenos momentos en la toma de desiciones, la buena política es dar prioridades entre lo que puede pasar y lo que podamos lograr que suceda, la buena política nos permite competir y compartir causas, anhelos y objetivos. Es urgente que la política siga siendo la mejor herramienta para superar y resolver los temas que a todos preocupan, atender las demandas de los ciudadanos, de la calle, de la colonia, de la ciudad donde vivimos, recuperar la opinión de los ciudadanos sobre el por qué de la política, que la ve como engaño, traición, que genera odios, divisiones, que no ofrece ninguna solución, solo promesas que nunca son atendidas.
Vivimos en una sociedad donde todos consciente o inconscientemente hacemos política y que sentirnos parte de un grupo es una necesidad permanente.
Sócrates en la República de Platon nos dice que lo justo no es lo mismo en todas partes pero que tampoco es cierto que la política es la lucha de todos contra todos.
Como ciudadanos todos llevamos por dentro la necesidad de opinar para mejorar, la certeza de que nuestro comportamiento nos convoca a entendernos, a sumar para poder convivir, la experiencia dice que cualquier organización o comunidad cuando se dispersa, se enfrenta y se divide termina padeciendo las consecuencias de ese comportamiento colectivo.
Ante los próximos procesos electorales hay importantes sectores ciudadanos que han manifestado estar cansados de los liderazgos políticos, que reclaman recuperar ética y principios en el quehacer político, que exigen un cambio ante las conductas y prácticas de quienes hacen política en el gobierno y que se siente burlada, que exigen de líderes, de partidos, de empresarios, de organizaciones, honren su palabra, que están inconformes de cómo se ha conducido la política con trampas, con denostaciones con descalificaciones.
Vivimos tiempos donde nuestra participación, nuestra opinión y nuestros derechos deben legitimar a quienes nos representan, donde la desigualdad sigue siendo un compromiso y exigencia a resolver, donde las personas quieren ser tratadas como tales y no como objetos.
Pero también reconozcamos que vivimos en un embudo en donde exigimos que las cosas cambien y nos negamos a cambiar iniciando por nosotros mismos, donde señalamos lo que nos molesta y somos los primeros en hacerlo, donde las prácticas que nos hartan que realizan nuestros dirigentes, el juicio con el que juzgamos no aplica para nosotros.
Tenemos que recuperar las buenas prácticas en cómo nos conducimos de respeto, de tolerancia desde la familia, con la gente, con nuestros amigos más cercanos, con los que convivimos y que los derechos de nuestra libertad no transgreda los derechos de otro.
Vienen tiempos de renovación política de los liderazgos de las principales instituciones de nuestro país, donde se renueva la oportunidad de jugar como ciudadanos un papel fundamental, donde es válido nuestro derecho a criticar, cuestionar, señalar, pero también nuestro compromiso de construir y de aportar, de nada sirve que vayamos a una competencia si en estos procesos en los que todos tenemos derecho a elegir y la obligación de participar, lo convertimos en un espectáculo de denostación, descalificación, escándalos que no tienen ningún sentido.
Lo que es cierto es que vivimos todos en el mismo territorio, somos una comunidad, los nuevos adelantos tecnológicos incluso donde la conectividad digital nos convierte en una aldea sin fronteras, es urgente que en ejercicio de nuestros derechos y obligaciones, de nuestra exigencia de honradez, transparencia y rendición de cuentas mostremos nuestro compromiso de participación y expresemos nuestras exigencias sin enfrentamientos y que de manera contundente y con argumentos, sin que nadie se apropie de una verdad absoluta, que todos nos convenzamos que siempre merece la pena conducirnos por buscar hacer las cosas en forma correcta.
Terminemos con lo que no nos gusta y permitamos con nuestra participación que llegue lo nuevo, tengamos el valor de arriesgarnos y tomemos decisiones que nos cambien la vida, donde combatamos la impunidad y la indiferencia que se ha envalentonado, asumiendo nuestra responsabilidad