
Cuauhtémoc
No cayó de sorpresa saber que surgieran cientos de miles de “damnificados simulados”; ni tampoco que la carrera de perito en estructuras hubiera sido tan socorrida en los últimos años como para otorgar licencia a tantos que hemos visto dárselas de expertos en los últimos días. O sea, así como hay falsos damnificados, también hay estructuristas con título patito. Pero uno y otro gremio tienen algo en común: se aprovechan de este río revuelto que ha dejado el caos post sísmico de septiembre.
De la misma manera que vimos esa maravillosa solidaridad en los meros días de los terremotos y los inmediatamente posteriores, estamos percibiendo que en algunos seres humanos–bueno, numerosos, diríase al descubrir que 9 mil personas cobraron cuotas del FONDEM sin haber sido afectados por los temblores— surgir esas partes negativas que afloran en circunstancias como las que estamos viviendo después del trauma que dejó el terremoto y la destrucción de tantas viviendas que tienen a miles de personas sin techo, o con uno en condiciones inhabitables.
Ante el llamado gubernamental de acercarse a las autoridades para recibir la ayuda como damnificados y así empezar a resolver el grave problema de la reconstrucción, no faltaron los vivales que se dieron por damnificados sin serlo, dejando a quienes sí lo son, a quienes realmente tuvieron la mala fortuna de quedarse sin vivienda, sin la posibilidad de obtener los recursos a ellos destinados. Reprobable, pero desgraciadamente cierto.
En tanto que los entre comillas estructuristas que determinan si una casa está en condiciones de seguirse habitando quizá mediante algún arreglo, o por lo contrario requerirán demolerse, es un caso patético, porque ya podemos imaginar lo que les ocurrirá a quienes habiten un inmueble que podría caérseles encima en cualquier momento. Y todavía peor es que por esos servicios se atrevan a cobrar.
A propósito de esto, también hemos sabido de la queja de muchos de los afectados en sus viviendas a quienes se les cobran “servicios de revisión” que oscilan entre 20 y hasta cien mil pesos. Esos vivales lo mismo son los estructuristas patito, como personal oficialmente autorizado para los peritajes, hacen su agosto a costa de los damnificados, quienes ante la premura de contar con la documentación respectiva sea para reclamar el pago de seguros, o bien para presentarse ante el FONDEM y así recibir la ayuda que da el gobierno para rehacer lo perdido, son literalmente extorsionados.
Eso se llama corrupción y si bien suele creerse que sólo se da en el medio oficial, estamos viendo que se ha generalizado. Y que la llamada sociedad civil, no siempre es civilizada.