La movilización ciudadana y la participación de la juventud.
Por: Jorge Meade Ocaranza
Si el sismo del 19 de septiembre de 1985 que sacudió a la capital Mexicana, significó un parteaguas en la participación ciudadana, al sumarse miles de hombres y mujeres en forma voluntaria en distintas etapas y tareas como consecuencia del sismo, el temblor del 19 de septiembre de 2017, significó un despertar en la participación e integración de miles de jóvenes que con su fuerza de trabajo, sus conocimientos, su organización, el uso de nuevas herramientas tecnológicas, destacaron por su rapidez en sumarse en distintos frentes en apoyo a familias, hombres, mujeres, niños, afectados por este fenómeno.
Si bien en muchos lugares, por la hora en que ocurre este movimiento telúrico, provocó la pérdida de vidas humanas, también se dio la circunstancia que en numerosas instalaciones públicas y privadas se tenía pocas horas de haberse realizado el simulacro por sismos, en conmemoración al del acontecido en el 85, lo que permitió una mayor capacidad de respuesta y de saber qué hacer o como conducirse ante esta emergencia de una importante parte de la población, incluidos miles de niños y niñas que estaban en clases o a punto de terminar la jornada escolar.
La rapidez de poder comunicarse, de pedir auxilio, de saber cómo estaban los seres queridos y amigos se generó a una gran velocidad, sin duda, más de 80 millones de celulares, vía internet o por llamadas telefónicas, vieron esta posibilidad, en forma casi instantánea estaban en redes sociales videos e imágenes de lo que había ocurrido, incluso hay registros de quienes tuvieron el temple, la curiosidad o la oportunidad de transmitir en tiempo real lo que estaba pasando, muchos medios informativos e incluso las instancias de gobierno quedaron rebasadas ante el flujo de información que generó la estructura de los jóvenes a través de las redes sociales, desde cualquier sitio en donde se encontraban, su conectividad dejó de manifiesto el país distinto que somos ahora y ratificó que cualquier circunstancia o hecho de interés que suceda o afecte a la población, velozmente es del conocimiento de la sociedad en general.
Amas de casa, adultos mayores e incluso niños hicieron uso de esta nueva estructura móvil propiedad de todos y de cada uno, que junto con una cultura de la prevención de protección civil, las respuestas que se dieron y con la agilidad que mostraron, nos enseña el rostro de un México con una enorme capacidad de movilizarse y de conectarse.
También es justo reconocer que sumado a miles de voluntarios en distintos frentes y comunidades en todo tipo de actividades; rescate, limpieza, llevar víveres, distribuir agua, hacer comida, el compromiso y participación de miles también de trabajadores hombres y mujeres del sector público, de municipios, de los gobiernos estatales y del gobierno de la república, la convocatoria del presidente Enrique Peña, que si bien exige y compromete el trabajo de altos funcionarios, tuvo la respuesta de muchos para desplazarse a cientos de zonas afectadas por el sismo, que incluso durante varios días no regresaron a sus domicilios para cumplir con las tareas que por la atribución de su dependencia tienen que desarrollar más aquellas que había que sumar de acuerdo al lugar en que se encontraban.
Incluso en estados con gobiernos de distintas ideologías, en el momento de atender a familias afectadas, por encima de estas diferencias estuvo el compromiso ético de atender a los ciudadanos y sus familias que sufrían la pérdida de seres queridos, de su vivienda, de su trabajo o la falta de servicios.
Así, dependencias como Gobernación, Salud, SEDESOL, SEDATU, CFE, IMSS, ISSSTE, CONAGUA, SAGARPA entre otras, dadas sus atribuciones y programas movilizaron a sus trabajadores en los territorios de las comunidades más apartadas y afectadas, ya fuera, Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla, Guerrero, Ciudad de México, para trabajar, sin duda, más que por obligación laboral, por ser solidarios con las mexicanas y mexicanos que presentaban distintas necesidades y que en la emergencia era prioritario atenderlos, dejando atrás el individualismo, el egoísmo y en muchos de los casos dar respuesta aunque no fuera en el ámbito de su competencia.
Capítulo aparte merece el reconocimiento de una de las instituciones más confiables como lo es el ejército mexicano y la Marina que representan a nuestras fuerzas armadas, donde en cualquier espacio y frente con una multiplicidad de acciones, colaboraron salvando vidas y previniendo más tragedias.
En forma especial mencionar a miles de mujeres en la estructura nacional creada como institución por los comedores comunitarios de la SEDESOL donde se atendieron en albergues o comedores propios o temporales, a los ciudadanos que necesitaban de una comida caliente sin distinción, y poder dar este servicio a voluntarios que ahí están colaborando, siendo el abasto de alimentos, víveres , agua y la atención médica una de las prioridades en atender durante una emergencia como la que se vivió.
La indiferencia mostrada, algunas ocasiones por los jóvenes ante distintas situaciones en nuestro país, fue interrumpida por esta circunstancia del sismo y su respuesta fue altamente positiva en favor de México. Lo importante ahora, que esta actitud de participación, no quede en el refugio de la memoria y se convierta en el parteaguas de la necesaria participación de los jóvenes mexicanos que el país requiere ante grandes e importantes problemas que la sociedad demanda sean resueltos.
La transparencia en cómo se den respuesta a las distintas circunstancias de vivienda y de la distribución de recursos es un imperativo que el propio presidente de la república reconoce y exige sea una premisa en la actuación, además de los servidores públicos por obligación, de distintos actores públicos y empresariales para que nadie lucre con la necesidad de las familias afectadas, la desconfianza, la confusión debe combatirse corrigiendo cualquier práctica que genere dudas y que cuente permanentemente con la participación ciudadana en la rendición de cuentas e incorporada a las tareas que se realicen.
La insensibilidad que se había mostrado por parte algunos sectores de la población, quedó atrás a consecuencia del sismo, provocó una acción colectiva de participación para bien, las tensiones y contradicciones que pretenden generar muchos, otros, algunos, debe atenderse con una permanente comunicación de cómo y por qué se hacen las cosas.