
Congruencia y coherencia política
Es propio de hombres de cabezas medianas embestir todo aquello que no les cabe en la cabeza.
– Antonio Machado
TRUMP, PEÑA NIETO Y EL TRATADO DE LBRE COMERCIO DE AMERICA DEL NORTE ( NAFTA)
Dada la proximidad de los primeros encuentros, diálogos, seguramente diferencias y posibles acuerdos sobre la actualización, modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, llama la atención la “filtración” de la conversación sostenida el pasado 26 de enero pasado entre los presidentes Donald Trump. recién estrenado como jefe del estado más poderoso de la tierra y el presidente de México Enrique Peña Nieto, publicada hace unos días por el influyente diario norteamericano “The Washington Post”; Divulgación que ha suscitado una serie de comentarios adversos respecto de la posición asumida en dicha conversación por el presidente mexicano.
Y llama la atención porque curiosamente ocurre en vísperas de la mencionadas reuniones y, asimismo, coincide con la integración del equipo mexicano conformado por el secretario de Economía Ildefonso Guajardo acompañado por un grupo de operadores capaces experimentados y hábiles como el sr. Kenneth Smith Ramos, jefe de la negociación técnica.
¿Porqué hasta ahora, seis meses después, se da a conocer dicha conversación? Nos preguntamos.
¿Se trata de una estrategia mediática para desgastar la imagen de Peña Nieto y presentar al presidente americano como el mandón, el fuerte, el que impone su capricho y voluntad y de esta manera avalar su posición hasta ahora intransigente en las negociaciones del nuevo TLCAN? ¿O por el contrario, estamos ante una filtración más efectuada por quienes se proponen poner en evidencia al mismo Trump y sus reprobables, arrogantes desplantes como presidente?
En cualquiera de los supuestos, después de lo acontecido en este caso, Trump difícilmente encontrará jefes de estado dispuestos a conversar con él por teléfono y de manera fluida, abierta, dispuesta como sería de esperar.
Y sin embargo, al presidente Peña Nieto se le puede censurar con fundamento por haber invitado a Donald Trump y recibirlo en Los Pinos como Jefe de Estado cuando sólo era candidato, – lo que le costó la chamba a Videgaray y la animadversión de la Sra. Clinton – de la lectura cuidadosa de la conversación aludida, en nuestra opinión, con sus asegunes y titubeos, en ningún momento Peña se mostró sumiso, si acaso cauteloso, prudente – cuando se trata con un loco exaltado hay que actuar con mesura – pero nunca aceptó ni cedió terreno en lo tocante al muro, su construcción y pago por nuestro país. No respondió a la oferta de Trump de ayuda militar para combatir a los “Bad Men” narcotraficantes, limitándose a agradecer su ofrecimiento. Tampoco aceptó, evadiéndolo, el tema de los aranceles fronterizos y el déficit cero con el TLCAN. No lo hizo.
La administración Trump no se encuentra en su mejor momento y si bien las obsesiones del presidente americano siguen siendo las mismas: el muro, el déficit cero, la inmigración ilegal, el narcotráfico y la delincuencia originada al sur de sus fronteras, sus negociadores se muestran menos intolerantes y aparentemente mejor dispuestos a llegar a acuerdos razonables sobre la modernización del TLCAN.
Al menos esa es la percepción de nuestros negociadores, liderados por un economista inteligente, experimentado –participó en las complejas, prolongadas negociaciones del TLCAN signado el uno de enero de 1994 – capaz y sin complejos, como Ildefonso Guajardo, quien no ha dudado en aclarar a la opinión pública y a sus interlocutores, en particular a los americanos, que no cederá un ápice en aquello que pueda perjudicar el interés de México.
Fortalecer el libre comercio, incorporar nuevos sectores económicos y reducir los costos de transacción entre los países, amén del tema migratorio y la seguridad, figuran entre las prioridades de México en la renegociación del TLCAN. Confiemos en el buen desempeño de nuestros representantes.