
Gestión de desastres naturales
QUINTA PARTE
Nos resulta, sin omitir la primera persona, me resulta verdaderamente inconsecuente y hasta triste que el Reino de España, desde el Siglo pasado, haya elevado a rango constitucional el secreto profesional de los periodistas, y en nuestro país que se precia de ser una democracia popular y representativa, no sólo se ha estancado en la discusión de esa indispensable normatividad sino que ahora desde la Procuraduría General de la República, PGR, que se le acusa de ser omisa ante los asesinatos, desapariciones forzadas y demás agresiones a los informadores, encabece el grupo de instituciones, organismos, partidos políticos y personas físicas que han presentado controversias constitucionales contra la primigenia Constitución Política de la Ciudad de México, y en particular, con la inviolabilidad del secreto Profesional de los periodistas.
El doctor Porfirio Barroso Asenjo, profesor titular del Departamento de Periodismo III de la Universidad Complutense de Madrid, en cuyas aulas pasamos por dentro, en su estudio muy conocido y reconocido “PERIODISTA, TEOLOGÍA MORAL”, aborda con especial y certero criterio el tema del secreto profesional de los periodistas, antes hace un exordio que no tiene desperdicio, por ello lo vamos a reproducir:
En la llamada Introducción, nos ilustra: “A medida que se ha ido consolidando la sociedad actual como ‘sociedad de la información’, y con ello extendiéndose la presencia y papel de los medios de comunicación en los diversos campos culturales y políticos, sociales y económicos, el periodista ha adquirido el estatuto y la función de un actor social privilegiado en nuestras sociedades”. Nada que ver con lo que creen y actúan al respecto, nuestros políticos y legisladores.
“El ejercicio de la profesión periodística no se desarrolla en un campo aséptico y neutral, ajeno a toda influencia de los intereses y presiones más diversas. La información, la comunicación, los medios de comunicación y las personas que a ello dedican su actividad profesional forman hoy parte de una ‘industria de la cultura’ que dejada a su propia dinámica, tendería necesariamente a regularse por las conocidas leyes del mercado, el beneficio y la competitividad”.
“El significado social del rol del periodista y los riesgos que el ejercicio profesional comporta fundamentan suficientemente la exigencia de una ética de la responsabilidad en toda práctica profesional del periodista”.
“Históricamente no es difícil descubrir el ‘esfuerzo que los propios periodistas, a través de sus asociaciones más representativas, han llevado a cabo para elaborar y clarificar el rostro moral de su propia profesión’, y que se ha materializado en los múltiples códigos de conducta y comportamiento ético que configuran la perspectiva moral sobre el comportamiento del periodista”.
“Este aspecto moral del ejercicio profesional del periodista no es un añadido marginal o un adorno superfluo, sino, bien al contrario, manifiesta la autorresponsabilidad de los propios periodistas, que, conociendo su propia profesión, la humanizan poniéndola al servicio de unos valores superiores: respeto a la dignidad de la persona humana, el bien común y la solidaridad social, la libertad y la verdad”.
Así o más claro, para todos los que se empeñan en evitar las organizaciones periodísticas y más criminales, los que tratan de destrozarlas. CONTINUARÁ.