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MASSACHUSETTS, EU, 17 de octubre de 2015.- Un un estudio de laboratorio, Ki Ann Goosens, profesora de Ciencias Cognitivas y del Cerebro en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), descubrió que los animales expuestos a una situación de trauma tendían a desarrollar el Trastorno de Estrés Postraumático (TEP) en mayor proporción si habían estado en una situación de tensión crónica.
La investigadora y su equipo comprobaron que los animales expuestos al estrés crónico tienen una memoria del miedo mucho mayor que aquellos que sufrieron un trauma sin vivir estresados: a partir de eso desarrollaban el TEP. Al intentar explicar por qué, se encontraron con una posibilidad extraña: la hormona del hambre, grelina, está involucrada en el proceso.
Hace más de diez años que se supo que la grelina es un químico que aumenta el apetito; desde entonces la investigación de la hormona se centró en los tratamientos contra la obesidad. Muchas compañías farmacéuticas trabajaron en medicamentos para reducirla, pero nadie evaluó qué otras funciones podía tener. Hasta que los neurocientíficos del MIT descubrieron que durante el estrés crónico el cerebro libera grelina, y que por eso queda más vulnerable a los traumas. El desarrollo del TEP se vuelve más probable cuando hay estrés crónico que cuando un trauma sucede en condiciones de otra forma neutrales.
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