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Fallece Stan Lee
CUERNAVACA, Mor, 30 de diciembre del 2014.- El último día del año está lleno de tradiciones que todos seguimos al pie de la letra, como comernos las 12 uvas de la suerte o estrenar ropa interior roja, informó la revista QUÉ!.
Sin embargo, hay otras cosas que no son tradiciones, pero como si lo fueran… Si, hablamos de las típicas cosas que todos hacemos en Nochevieja, como ‘discutir’ de política durante la cena familiar.
Ponernos ropa interior roja
Esta es una de las tradiciones más extendidas para celebrar la llegada del año nuevo y no podéis negar que todos lo hacéis (o al menos lo intentáis). En teoría es porque da suerte de cara al año que comienza y, aunque dudamos mucho que sea así realmente, lo cierto es que en estas fechas los escaparates se llenan de lencería de color rojo. Porque además, si la ropa es a estrenar, mejor que mejor.
Pero, ¿sabéis de dónde viene esta tradición? Al parecer hay que remontarse hasta la Edad Media para entender los orígenes. En aquella época el color rojo se asociaba con el demonio, por lo que vestir de ese color estaba prohibido. Sin embargo, poco a poco el color se empezó a relacionar con la buena suerte y con el amor, por lo que se empezó a vestir la ropa interior de ese color.
Comer 12 uvas
Aunque lo de la ropa interior roja tiene bastante éxito, puede que haya gente a la que no le termine de convencer y prefiera ponerse la ropa que llevaría cualquier otro día. Sin embargo, lo de las uvas es distinto… Seguro que os parece impensable que lleguen las doce del día 31 de diciembre y no estar delante de la tele con tus doce uvas en el plato esperando a que empiecen las campanadas.
Pero a pesar de todo, esto no lleva haciéndose toda la vida. La tradición comenzó en España en 1909, cuando hubo un enorme excedente de esta fruta. Sin embargo, otras versiones dicen que ya con anterioridad en la burguesía despedían el año de esta manera.
Brindar con champán
Ya hemos acabado con las uvas (no vaya a ser que el año que viene nos vaya mal en cualquier aspecto de nuestra vida y sea por no habérnoslas comido) y lo que hacemos acto seguido es descorchar una botella de champán.
Porque sí, lo de brindar con champán es algo que hacemos una nochevieja tras otra, prácticamente sin pensarlo. Así que los primeros minutos de cada año nuevo los pasamos con una copa de champán en la mano celebrando con nuestras personas más cercanas todo lo que está por venir y deseándoles que los próximos 12 meses les traten bien. Bonito, ¿no?
…y echar un anillo (de oro) a la copa
Y ya que cada nochevieja nos ponemos a brindar, no podemos olvidarnos de algo muy importante si no queremos que todos los ‘rituales’ que hemos seguido hasta ese momento para atraer a la suerte luego no nos sirvan de nada.
Así que seguimos con tradiciones a las que no les vemos mucho sentido y echamos nuestro anillo (a ser posible de oro) en la copa de champán antes de brindar. Además, dicen quienes entienden de todos estos temas que está prohibidísimo sacar el anillo de la copa antes de haber brindado con todo el mundo y de haber dado aunque sea el primer sorbito al champán. Pues habrá que hacerles caso, ¿no?
Discutir de política o de fútbol durante la cena
Esto no es una tradición (como sí lo era todo lo anterior) pero es uno de esos clásicos que se repite en cada reunión familiar, y la cena de nochevieja no iba a ser menos. Claro que sí, que hay que despedir el año a lo grande y sin perder las ‘buenas’ costumbres.
Y este año va a ser inevitable, porque anda que no hay temas por los que acabar ‘tirándote de los pelos’ con tu cuñado o con tu prima segunda. Que si Podemos, el Pequeño Nicolás, la Infanta Cristina… La cosa puede que os lleve un rato, así que mejor que en cuanto a lo deportivo todos seáis del mismo equipo, porque sí no os darán (literalmente) las uvas. Eso sí, después todos otra vez como si nada. Porque ya se sabe que donde hay confianza…
Ver alguna gala (cutre) en televisión
Efectivamente, mientras intentas atender tres conversaciones a la vez y luchas por llegar al plato que está justo a la otra punta de la mesa, cada cena de nochevieja tienes un fiel acompañante: la gala de televisión de turno.
Puede que no le estés haciendo mucho caso (cosa que no nos extrañaría porque van de mal en peor) pero siempre va a estar puesta de fondo. Es como una tradición navideña más que parece que nos da miedo romper. ¡Con lo sencillo que sería cenar con la tele apagada y encenderla antes de las campanadas! Pero no aprendemos…
Ponerte gafas y sombreritos de colores
Después de haber vivido los momentos tensos discutiendo en la cena y de haber pasado los nervios de tu vida porque no te aclaras con los cuartos y con las campanadas, si ves que todo ha salido bien te relajas y empieza el ‘show’.
Da igual que te hayas tirado dos semanas de tiendas escogiendo el modelito que vas a lucir en Nochevieja, y que hayas estado toda la tarde delante del espejo cuidando hasta el más mínimo detalle para ir divin@… Sabes que cuando llegue el momento acabarás con un sombrero de colores y unas gafas lo más llamativas posibles serán tus compañeras para el resto de la noche. ¡Porque empieza un nuevo año y hay que celebrarlo con alegría!
Despedirte de la gente diciendo “hasta el año que viene”
Esta es la broma por excelencia que gastamos cada 31 de diciembre. Como si tuviese gracia o algo… O como si no nos hubiesen dicho lo mismo otras 30 personas antes.
El caso es que, a pesar de todo, con cada amigo que hablamos ese día (aunque le vayamos a ver en la fiesta a la que vayamos después de cenar con nuestra familia) le decimos eso de “bueno, venga, hasta el año que viene”. Y lo mismo en el trabajo, ya sea el 30 o el 31 el último día que trabajes hasta después de Año Nuevo, te despedirás de tus compañeros con la misma ‘gracia’.
Hacer una lista de propósitos (que no vas a cumplir)
Cada día 31 de diciembre lo mismo. Los más organizados cogen boli y papel y plasman por escrito todos esas ideas de cara al año próximo que llevan los últimos días rondándoles la cabeza. Y el resto, por lo menos los tienen en mente.
El caso es que absolutamente todo el mundo se para aunque sea unos minutos a meditar los propósitos para el año próximo. Total, no nos cuesta nada y ya tendremos 365 días en los que podremos ignorarlos a gusto. Bueno, unos pocos menos si quitamos enero que aún nos tomaremos en serio eso de la dieta y el ejercicio. .
Desayunar churros con chocolate
Antes hemos dicho que la dieta es el típico propósito de año nuevo que se repite una y otra vez. Pero todo el mundo sabe (es como una ley no escrita) que se empieza siempre el día 2 de enero, e incluso el día 7 si eres de las personas que no pueden pasar los Reyes sin comer Roscón.
En cualquier caso, después del fiestón de nochevieja, ¿quién no ha terminado desayunando unos churros acompañados de un chocolate bien calentito? Y no solo porque hay que empezar el año dándose un homenaje (que también), sino porque nos ayudará a entrar en calor y dormir unas cuantas horitas. ¡Que hay que estar presentables para la comida familiar de Año Nuevo!