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MÉXICO, DF, 24 de diciembre de 2014.- La censura es parte de la vida diaria en China. Se borran noticias de los motores de búsqueda en internet, se prohíben las redes sociales como Facebook y Twitter e interrumpen rutinariamente las transmisiones de CNN en China.
Instagram fue un gran éxito en China hasta que el gobierno lo prohibió durante las protestas en Hong Kong.
“Todo lo bueno llega a su fin”, me dijo una joven china que parecía resignada a que ya no puede subir fotos a Instagram.
Aunque esa clase de restricciones probablemente incitarían una indignación masiva en muchos países occidentales, los ciudadanos chinos en su mayoría parecen aceptar que ceden una gran cantidad de libertad a cambio de vivir en este próspero país.
El Partido Comunista de China hará lo que sea necesario para mantenerse en el poder. La censura es solo una de las herramientas, así como el sofocamiento rápido de la desobediencia civil.
Desde luego que China parece una utopía de libertad cuando se compara con el represor régimen norcoreano. Recuerdo claramente sentir libertad y alivio cuando aterricé en Beijing luego de visitar Pyongyang hace poco.
En la República Democrática Popular de Corea (RDPC), el ciudadano promedio nunca ha escuchado hablar de internet ni de las redes sociales. Está prohibido el contacto con el mundo exterior para todos salvo para la élite de esta hermética sociedad. La propaganda reina en las señales de televisión y llena las páginas de los diarios estatales.
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