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Presenta Luz Dary Quevedo Copa Naranja de fútbol femenil
PARÍS, 9 de julio de 2014.- “Hay poca relación entre el fútbol y los resultados económicos de Brasil”, incluso si el hexacampeonato hubiese tenido “un efecto positivo sobre la imagen” del país, señala en este sentido un informe de analistas del banco suizo UBS publicado en junio.
Más que ganar el Mundial, “lo que se necesita para dinamizar la economía y los mercados brasileños de una manera más duradera” es resolver los problemas que constituyen el “sistema de servicios públicos, la corrupción, unas infraestructuras oxidadas y una clase media desencantada”, concluyó este informe redactado antes del inicio de la competición.
El gobierno invirtió una suma estimada en 11 mil millones de dólares en la organización del Mundial, lo que provocó un descontento social sin precedentes.
“Las inversiones llevadas a cabo son insignificantes comparadas con el tamaño de la economía y no son infraestructuras que beneficiarán a la economía a largo plazo”, dijo Mauro Toldo a la AFP.
La principal economía de América Latina, que cuenta con una población de 200 millones, registró tres años de crecimiento mediocre: 2.7 por ciento en 2011, uno por ciento en 2012 y 2.5 por ciento en 2013.
Evitar goleada en la economía para reelección
La profunda depresión de Brasil tras la paliza recibida en la Copa del Mundo no necesariamente afectará las aspiraciones de reelección de la presidenta Dilma Rousseff, quien ahora debe ponerse al arco y evitar una goleada a la alicaída economía, según analistas.
El desánimo de los brasileños es infinito tras el sueño que se tornó pesadilla cuando los alemanes clavaron un 7-1 a la Seleçao.
“El fútbol es muy importante para Brasil, y una derrota de esa magnitud sólo puede afectar profundamente el espíritu de la nación”, dijo Luiz Antonio Machado, profesor de sociología de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), a la Afp.
Pero aunque en Brasil el fútbol es religión, los analistas señalan que para la población su bolsillo es incluso más importante a la hora de escoger presidente.
Rousseff, del Partido de los Trabajadores (izquierda), es favorita para los comicios del 5 de octubre, con 38 por ciento de las intenciones de voto según el último sondeo.
Su popularidad se había visto beneficiada en los últimos días por el éxito de la organización de la Copa y el avance de la escuadra brasileña que buscaba conquistar su sexta estrella, esta vez como anfitrión.
La derrota ha caldeado los ánimos. Muchos hinchas insultaron a Rousseff en el estadio Mineirao de Belo Horizonte, tal como ocurrió en el partido inaugural el 12 de junio.
Persiste el temor de nuevos abucheos contra la gobernante el día de la clausura, el próximo domingo, cuando entregue la Copa al vencedor.
Y también de nuevas protestas, más masivas, luego de semanas de relativa calma. Una manifestación ha sido convocada en las redes sociales cerca del estadio Maracaná de Río durante la final.
La “ostensiva” derrota “puede volver a engrosar las críticas, cambiar el humor. Habrá gente que volverá a preguntarse si valió la pena invertir todos esos recursos en una Copa cuando no tenía un equipo fuerte, un equipo que acabó siendo humillado”, declaró Humberto Dantas, profesor del Instituto de Investigación y Educación (Insper).
Pero Dantas considera difícil que vuelvan protestas como las de 2013. “Muchos eran estudiantes, y estamos en vacaciones escolares. La violencia de la policía, como también de muchos manifestantes, ahuyentó a muchos”, dijo.
Tanto el gobierno como varios analistas creen que el resultado de las elecciones de octubre no estará ligado a la humillante derrota de la Seleçao.
Para Joao Augusto de Castro Neves, director para Latinoamérica de Eurasia Group, “el impacto de la Copa en la elección es reducido”.
“Creo que el mayor riesgo para Rousseff en esta elección sigue siendo la economía, y no la Copa del Mundo”, consideró de Castro Neves.
La economía brasileña crecerá apenas un uno por ciento este año, el cuarto consecutivo de magro crecimiento, según estimaciones del mercado recogidas por el Banco Central de Brasil.
“Las protestas fueron más radicales después de junio del año pasado, pero decrecieron. Sin embargo, el descontento sigue. Las protestas pueden volver, pero no por la derrota. Los intentos de politizar la Copa no resultaron”, añadió.
FUENTE: La Jornada