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BRASIL, 3 de junio del 2014.- Brasil abre sus puertas este 2014 a los asistentes al Mundial, y también a los manifestantes que piden mejoras sociales, y usan la Copa como escaparate para sus demandas, dice el embajador Marcos Raposo Lopes.
“Aunque sean en contra de algo, mientras sean pacíficas, las manifestaciones son muy bienvenidas. La gente que va a la calle a manifestarse por sus derechos es muy bienvenida”, agregó el diplomático.
De acuerdo con la publicación de CNN México, a dos semanas del Mundial, las huelgas de transporte se extienden en Brasil, mientras grupos de indígenas se manifiestan en demanda de mejoras sociales. Otros protestan por los excesivos gastos en el evento deportivo argumentando que el país carece de una buena infraestructura sanitaria y educativa.
Pero Raposo Lopes aclara que las manifestaciones no son contra la copa, para la que el gobierno de Brasil invirtió en infraestructura 17,600 millones de reales (aproximadamente 101,000 millones de pesos) en obras de movilidad urbana, transporte público y modernización de los principales aeropuertos; mientras que en los estadios se invirtieron 8,000 millones de reales (46,000 millones de pesos), de los cuales la mitad son préstamos, según un informe del gobienro brasileño.
“La gente que va a la calle, en su gran mayoría, no va contra la Copa. La Copa es lo que aparece para que estén ahí y sean más vistos. Pero van a favor, a favor de mejores colegios, de mejor educación, de mejor transporte. Más que en contra, todas las manifestaciones en Brasil son a favor”, dijo el embajador.
El diplomático considera que algunas manifestaciones como las de los transportistas en ciudades como Sao Paulo, Río de Janeiro o Salvador de Bahía son un “chantaje” aunque es normal. “Las compañías aéreas hacen huelga en vísperas de Navidad; la gente tiende a hacer las manifestaciones y aprovechar el momento que tienen.
“Hay mucha gente en Brasil que es contra el Mundial, y tienen todo el derecho de serlo. El gobierno va a tratar simplemente de mantenerlas pacíficas”, porque “la violencia no es aceptable”.
¿Por qué las reivindicaciones?
Desde el año pasado, cuando se organizó la Copa Confederaciones, Brasil vivió multitudinarias protestas contra los gastos del Mundial y en demanda de mejores servicios públicos.
Algunos manifestantes, dice el diplomático, son parte de los 40 millones de personas que salieron de la miseria y se incorporaron a la clase media.
“El gobierno de Brasil es un poco rehén de su propio éxito. El hecho de que entre otras cosas 40 millones de personas salieran de la pobreza hace que 40 millones de personas que antes no tenían nada y por eso no reivindicaban nada pasaron a reivindicar más. La propia mejoría hace que quieran más”, dijo el embajador.
“Brasil necesita de mejoras, no hay dudas. Se hizo mucho, pero queda muchísimo por hacer”, agregó el embajador.
Raposo Lopes considera que Brasil no es un país pobre, sino un país injusto, que trata de mejorar y ha mejorado en los últimos años.
“No hubo ‘un milagro brasileño’. En los últimos años lo mejor no fue el crecimiento, aunque hubo años buenos, lo mejor que hubo fue la distribución”.
Una vez señalada como una de las economías emergentes más brillantes, Brasil ha visto caer su crecimiento en los últimos trimestres a medida que los problemas de largo plazo han emergido a la superficie: improductividad, infraestructura rezagada y proteccionismo.
En cuanto a los criticados gastos para el Mundial, el diplomático destaca que la mayor parte son inversiones, “dinero gastado en aeropuertos, en movilidad urbana”.
“Si uno compara la inversión del país en un año, y la inversión por el Mundial, no hay tanta diferencia”, explicó.
Asímismo, según un estudio de la Fundación Instituto de Estudios e Investigaciones Económicas, citado en un informe de la presidencia brasileña, se espera que el Mundial genere unos ingresos de 30,000 millones de reales (172,000 millones de pesos aproximadamente).
La expectativa es que más de 3.7 millones de personas –entre turismo externo e interno- circulen por las 12 sedes del Mundial.