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CUERNAVACA, Mor., 10 de mayo de 2014.- El regalo del Día de las Madres iluminó su rostro porque su hija egresó con éxito de la sala de hospitalización, después de una recaída por leucemia o cáncer sanguíneo.
Por eso este día pudo celebrarlo en casa, en compañía de sus otros tres hijos menores y de Esmeralda, la mayor, quien cuenta con 13 años de edad.
“Es un regalo enorme estar este 10 de mayo en mi casa con mi familia porque a veces he pasado navidades, año nuevo o el cumpleaños de mis hijos aquí en el Hospital del Niño”, dice Luisa Alonso.
Hace cuatro años recibió una de las noticias más fuertes de su vida, al conocer el diagnóstico de su hija, pero el valor, tenacidad y la fe le permitió caminar de la mano de Esmeralda y salir avante de la enfermedad.
“Cuando me dieron el resultado de los estudios sentí como si me hubieran dado un golpe, o una cubetada de agua fría. De pronto me invadió un sentimiento de coraje e impotencia, pero me di cuenta que ese sentimiento no ayudaría a mis hijos, así que decidí enfrentar mi realidad y salir adelante”, dice.
Pese a que Esmeralda ha vuelto a recaer en su enfermedad, Luisa no se da por vencida y le da fuerza a su hija para seguir adelante y agradece cada día de vida.
“No puedo colgar los guantes tengo que apoyar a mi hija y salir adelante, es difícil, pero tengo claro que los hijos son prestados”, afirma Luisa.
Pero ella no es la única mamá que festeja el 10 de mayo en el Hospital del Niño y el Adolescente Morelense (HNAM), también están las madres voluntarias como Nancy Castro Vega, quien desde hace 14 años decidió cuidar, jugar, bañar, peinar, platicar y mimar a los pequeños y adolescente que se atienden en este nosocomio infantil.
Luisa y sus 33 compañeras voluntarias del HNAM le permite compartir amor, alegría y apoyo a los niños y adolescentes para distraerlos de los padecimientos que tienen.
“Me llena mucho que una niña de apenas cuatro años me diga ‘mamá Nancy’, cada vez que me ve y me abre los bracitos pidiéndome pan. A ella la cuido desde que tenía ocho meses de edad.
“Todas las voluntarias nos reconfortamos con ver una sonrisa en los niños, sus travesuras, ternura, amor e inocencia nos impulsan seguir adelante en esta labor, porque ellos necesitan de nuestro cariño como madres”, dice con orgullo.