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“No sé por qué Dios me eligió a mí entre tantas personas, no sé por qué Juan Pablo II me curó, pero le estoy muy agradecida y ahora mi cometido es llevar a todos los confines del mundo mi testimonio de vida para mostrar la existencia de Dios”, dice Mora.
La costarricense está en Roma, junto a su marido, Edwin, y dos de sus cinco hijos, Edwin y Keynner, para asistir al acto de canonización del papa Juan Pablo II el 27 de abril.
Su historia es la de una mujer que fue sanada, cuenta, de una lesión incurable por intervención de Karol Wojtyla, “un milagro”, recuerda, que fue certificado por el Vaticano.
Todo comenzó un 8 de abril de 2011, relata, cuando sintió un dolor “muy fuerte” en la cabeza y acudió al hospital, donde le dijeron que eran migrañas producidas por estrés.
Pero después de días en los que el dolor persistía, los médicos volvieron a hacerle pruebas y descubrieron un aneurisma cerebral (dilatación de una arteria del cerebro) y le dieron un mes de vida.
“Tenía mucho miedo porque estaba condenada a muerte”, confiesa, visiblemente emocionada.
Creyente desde niña, Mora explica que comenzó entonces a rezar a Dios y a pedir a Juan Pablo II que intercediera por ella.
“Yo le decía: ‘Juan Pablo, tú que estás tan cerca de Dios, dile que no me quiero morir, que quiero estar con mis hijos que son lo más importante’”, añade.
A medida que pasaban los días, sostiene, fue aceptando el hecho de que iba a morir, pero, según ella, el Papa polaco atendió sus súplicas y el 1 de mayo de 2011, fecha de su beatificación, se le apareció.
“Estaba tumbada en la cama, me desperté y vi cómo Juan Pablo II, que estaba en la portada de un suplemento que teníamos encima de la televisión, elevó sus manos hacia mí y me dijo ‘levántate, no tengas miedo’”, señala.
Entonces comprendió que estaba curada y sintió “una enorme paz”, que compartió con su marido: “Estoy bien”, le dijo.
Posteriormente, se sometió a pruebas médicas que mostraron la ausencia de la enfermedad para la que, según Mariano Ramírez, uno de los peritos médicos de la Curia Metropolitana de Costa Rica, “no hay explicación científica”.
“Revisamos los informes y nos dimos cuenta de que había sido un milagro, después los mandamos al Vaticano, que los estudió y confirmó que se trataba de una intervención divina”, señaló Ramírez.
A Juan Pablo II se le atribuyen dos milagros, el primero de ellos el de la monja francesa Marie Simon Pierre que sufría Parkinson y cuya curación, carente de explicación científica, de acuerdo con la Iglesia católica, fue esencial para su beatificación en 2011.
El segundo es la sanación de Mora, inexplicable según el Vaticano, que fue clave para cumplir con los requisitos que exige la Iglesia para una canonización.
Agradecida y fiel a Juan Pablo II, esta costarricense llevará una de las reliquias del Papa polaco al altar en el que se convertirá en santo el próximo domingo.