Los miles de ciudadanos que caminaron ayer por las calles de Cuernavaca reclamando a las autoridades la displicencia con que han manejado el tema de seguridad en Morelos son una muestra de que el hartazgo esté haciendo presa a los morelenses y cada día la paciencia con las políticas de seguridad pública en el estado son menores.
Ya son varias las organizaciones civiles que se han unido para poner frente al gobernador el reloj que marca la fecha fatal que él mismo determinó para acabar con la inseguridad. Intentar detener las manecillas del reloj con excusas, justificadas o no, es una tarea más que imposible.
Y es que ante la ola de violencia desatada en la entidad desde hace ya varios meses y la respuesta sin razón ni rumbo de las autoridades llevó al límite a los ciudadanos. Hoy las voces no sólo exigen soluciones sino quieren que los funcionarios que no puedan gobernar se hagan a un lado, en otras palabras, mucho ayuda el que no estorba.
El “cáncer” que vive Morelos no ha sabido ser tratado y el camino de la recuperación aún no se puede vislumbrar y eso provoca una sensación de caos mucho mayor porque las acciones que se implementan no han sido lo suficientemente efectivas.
Las próximas semanas serán cruciales en este tema porque los 18 meses están por concluir y el panorama luce mucho peor que el 1 de octubre de 2012, así que las autoridades tendrán que idear algo que logre amainar un poco la tormenta en la que están viviendo. Veremos