![](https://morelos.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2023/05/IMG_7798-107x70.jpeg)
Abelina López, de vendedora de pan a presidenta municipal de Acapulco
MÉXICO, DF, 2 de marzo de 2015.- Los cuerpos de los 43 estudiantes de Ayotzinapa que asesinó la banda Guerreros Unidos con la complicidad de policías de Iguala y Cocula sí pudieron haber sido incinerados en un basurero hasta que los restos se convirtieran en cenizas. Para extinguir los cadáveres hasta tal punto no se requerían “toneladas” de llantas o troncos, como afirman desde diciembre quienes descalifican el informe de la PGR.
A cinco meses de la tragedia de Iguala, Milenio consultó a dos de los más connotados especialistas del mundo en el comportamiento del fuego y en las consecuencias de las llamas sobre el cuerpo humano. A los expertos les fue enviada documentación de la PGR sobre el caso, así como los argumentos de quienes rebatían la versión oficial. Se trata de:
1. El doctor español Guillermo Rein, ingeniero mecánico (maestría y doctorado) por la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos), profesor titular del Departamento de Ingeniería Mecánica del Imperial College en Londres (con Cambridge y Oxford, una de las tres mejores universidades británicas). Rein fue maestro en la Universidad de Edimburgo, donde formó parte del BRE Centre for Fire Safety Engineering (Centro de Ingeniería contra Incendios) en el Instituto para la Infraestructura y el Medio Ambiente de la Escuela de Ingeniería.
2. La doctora estadunidense Elayne Juniper Pope, antropóloga Forense por las universidades de Arkansas y de Tennessee, actualmente jefa de la Oficina del Forense en Norfolk, Virginia. Ha auxiliado a diferentes cuerpos de seguridad para resolver numerosos casos criminales en EU, a través del estudio de huesos quemados. Junto a la doctora Alison Gateway, física bióloga y antropóloga especialista en el estudio de restos humanos de la Universidad de California (vice-rrectora ejecutiva en ese campus), ha realizado quemas experimentales de cadáveres por encima del suelo y en pozos terrestres abiertos con retroexcavadoras.
La nota completa en Milenio